FRITZ GLOCKNER
Radiólogo de la guerrilla
- PERIODISTA
- abril 2024
- Patricio Cortés
- Fotografía: Josué Cruz
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Durante la Feria del Libro del Palacio de Minería charlamos con Fritz Glockner, periodista, escritor, historiador y actual director de Educal, uno de los hombres que más ha investigado la guerrilla de la etapa que se conoció como guerra sucia.
Rehúye tocar temas relacionados con su función de director de la red Educal, en un tono amable menciona: “no, estoy de escritor, no de funcionario”, sin embargo, su postura como intelectual es ya bastante interesante.
Rechaza la afirmación de ciertos columnistas de que estamos en una dictadura: “Hay una frase electoral que dice ‘volver al pasado’, la promueve el Partido Revolucionario Institucional. Me parece tan ridícula su falta de… coherencia, porque si alguien reprime al pueblo en este país, si alguien les rompe la madre a los campesinos, a los estudiantes, a los sindicalistas, a la izquierda, a la derecha, en medio, arriba, abajo -como Plaza Sésamo- y alrededor, fue precisamente el PRI. Entonces, ¿quién quiere regresar a esos tiempos de represión, de asesinato, de desapariciones forzadas, de tortura? Fernando Gutiérrez Barrios, Miguel Nazar Haro son los personeros. ¿Gustavo Díaz de qué partido era?, ¿Luis Echeverría?, ¿Carlos Salinas Gortari? ¿Quién quiere regresar a eso? ¡Por favor, tengamos tantita dignidad, en la lengua en la memoria y en el cerebro!”.
Nos habla de la importancia de tener presentes los eventos históricos: “Yo creo que la clave de todo esto es la recuperación de la memoria. La memoria es parte vital de la posibilidad del cultivo de los sueños y no de la cosecha de pesadillas, por lo tanto, para mí es obvio que, para nuevas generaciones, viejas generaciones y demás, la memoria es el único reducto que nos permite la sobrevivencia. El presente es una fotografía Instamatic (cámaras económicas de antaño) que se imprime y ya, el futuro es el arte de la incertidumbre; entonces o le apostamos a la nostalgia, a la memoria, a la historia y al pasado o valemos madre porque solamente somos dueños de nuestro pasado”.
Nuestro entrevistado cuenta con múltiples publicaciones, tanto históricas como de ficción, por lo que le pregunto si a veces las obras de ficción son las que más realidad tienen, responde: “Claro, bueno, a final de cuentas la ficción es la que rompe el cerco de hablar de temas tan escabrosos como la guerrilla. Yo he aprendido historia a partir de la literatura, hermosamente, porque a final de cuentas, la historia como ciencia social exacta no deja de ser una narrativa literaria, donde hay que crear a los personajes históricos como fantasmas y no como cadáveres como muchas veces intenta apostar la Academia histórica mediocre”.
Hijo de Napoleón Glockner Carreto, quien fuera dueño de un hospital, mismo que dejó a su familia para ir a la guerrilla para luego ser encarcelado, torturado y asesinado, le pregunto cómo se puede abordar un tema que ha dejado tantas heridas, el historiador expone: “Hay que saber jugar cómo lavas las entrañas, hay que saber jugar cómo no entras en el laberinto de la tragedia. Eso es clave en la vida, la tragedia existe, un accidente, un asesinato, no sé qué, pero, uno como ser humano no tiene que entrar en ese laberinto para seguir repitiendo las reglas que te permiten dar de vueltas como ratoncito en la propia tragedia. Hoy por hoy, y lo he dicho mucho, afortunadamente, en mi caso la historia, la literatura, el cine, han permitido otro tipo de estampas para no clavarte en eso”.
No obstante, el proceso no fue sencillo: “En mi caso particular como familiar de alguien que abandonó a la familia para ir a la guerrilla, era ver ‘cómo tránsito en la palabra, en el lenguaje, en la comunicación, lavando o no, sanando o no las heridas, de cómo tomar distancia’. “Veinte de cobre” es una novela que me costó uno y la mitad del otro, por eso nada más soy un papá de una hija, porque no quiero caer en el panfletarismo, digo, «vivos se los llevaron vivos los queremos» está poca madre para la calle, el grito y la marcha, hasta la victoria siempre, es un grito, pero con “Veinte de cobre” quería hacer literatura y no caer en el panfleto, era una frontera mínima; no sé si lo logré o no, al final de cuentas es mi novela más editada y reeditada -por fortuna- desde 96… ¡Yo creo que sí!”.
Continúa: “…Luego… a ver pendejo, ahora es historia, ahora escribe “Memoria roja” de 1943 al 68, y ahora escribe “Los años heridos” del 68 al 85, fueron 30 años de investigación y otros 9 años de escribir. “Los años heridos”, ahí no tanto por hacer literatura, ahí era hacer historia y como historiador reconocer por qué se convierte en objeto de estudio e investigación; así como Krause hace las biografías de Gómez Morín en Caudillos Culturales de Revolución Mexicana, pero es la apología de Gómez Morín, le dio hueva y no se atrevió a decir que era la apología de la derecha mexicana. En mi caso, había que ser honesto ¿Por qué, como historiador, voy a escribir de la guerrilla en México? ¡Por esto cabrón!, porque lo convertí en sujeto de la historia; pero entonces al escribir “Los años heridos”, confieso, de pronto -según yo, ya había terminado el libro-, lo estoy revisando y… el asesinato de mi padre ya lo escribí… ¿En dónde lo escribí?, me voy al original, ¡No lo había yo escrito! ¡No mames, qué me pasa!… Como ya lo había yo contado en “Veinte de cobre”, en conferencias, bla, bla, bla, ya daba por hecho que ya había escrito el asesinato de mi padre y daba por hecho que lo de la tía Julieta, el enfrentamiento en Cárdenas, Tabasco, también ya estaba escrito. El inconsciente me había llevado dentro de esos pasajes cabrones”.
Explica la guerrilla: “Son producto de su tiempo, son personas que optan por ¿qué hago ante esto? Y, obviamente, hay un chingo de idealismo pero también un chingo de desesperación, los movimientos armados de país tiene que ver con 1948, primer movimiento magisterial que es roto a madrazos, reprimido; 1957, 58, 59 movimiento ferrocarrilero, el henriquismo, aquí en la Alameda, a madrazos. O sea, aguas, no era producto de un … siempre he dicho que mi papá no despertó un día y dijo «qué hueva mi vida, cabrón, quiero adrenalina, chingado, tengo cinco hijos, una esposa de tantos años, qué hueva estos cabrones», era clase media, seis meses antes de que mi padre se fuera de guerrillero yo estaba en Disneylandia. Estoy convencido, porque lo he estudiado minuciosamente, que todo acto de radicalismo de izquierda tiene el origen, en primera instancia, en la represión del Estado”.
Aclara que la violencia que hoy vive el país no tiene sus orígenes en aquella guerrilla: “Aguas y yo lo dije varias veces, antes, hace como 15-20 años, dije que estábamos a punto de entrar en una locura de violencia lumpen, debido a cómo los cuerpos policíacos habían sido infiltrados por el narcotráfico desde los años 80 bla, bla, bla, bla, bla y hoy es otro tipo de historia. No, hoy no es una violencia ideológica, es una violencia sin banderas, es una violencia de la inhumanidad y es otra cosa”.
Al preguntarle si le interesaría escribir sobre la violencia del México actual, mueve rápidamente la cabeza y dice: “No, por favor, ya cumplí con esas historias y temas para escribir hay muchos como para seguir, tengo novelas una sobre José Clemente Orozco, una novela sobre los abuelos, mi abuelo Julio y mi abuelo Luis, paterno y materno, que eran muy amigos y tienen cualquier cantidad de patoaventuras en la ciudad de Puebla”.
Desde su trinchera como promotor de la lectura rechaza que en México se lee menos: “No es cierto, no se lee menos, se lee mucho, se lee bien. Únicamente, a los lectores, les recomiendo que dejen de pensar en la lectura como la adquisición del conocimiento, que piensen que la lectura es la adquisición del placer y eso nadie te lo quita”.
Para concluir le pregunto, si entre sus obras tiene un pasaje o libro favorito, contesta: “Sí pero no, no podría yo decir, porque sería como tener más de un hijo y decir cuál es tu hijo más guapo”.