GAUTIER ROBERT PAUL MIGNOT
Embajador de la Unión Europea
- EMBAJADOR
- diciembre 2021
- Patricio Cortés
- Fotografía: Mario Torres
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En esta ocasión charlamos con el representante de una de las grandes potencias del orbe, Gautier Robert Paul Mignot, embajador de la Unión Europea, quien hace hincapié en el compromiso medio ambiental de este conjunto de naciones.
Sobre la relación entre México y la Unión Europea, gracias al acuerdo firmado en 1997 se ha triplicado el comercio bilateral. Son el segundo inversionista extranjero en México, algunos años han sido el primero, y el segundo mercado de exportación para los productos mexicanos.
Se espera que el año entrante se firme un nuevo acuerdo, mismo que ha demorado por revisiones jurídicas y lingüísticas, ya está definido, y afirma que “no hay reapertura de la negociación”.
Le pregunto si hay preocupación por parte de la Unión Europea en cuanto a la reforma energética y expone: “Estamos preocupados por la crisis climática y por la discrepancia de la trayectoria mundial de emisiones, misma que salvaría al planeta de un aumento de uno punto cinco grados de la temperatura mediana global del planeta, de aquí al final de siglo, esa es la gran preocupación mundial. Después, hay que mirar país por país, quién está haciendo el esfuerzo, la tarea, no solamente cumpliendo los compromisos que se tomaron hace seis años, sino tomando nuevos compromisos porque hay que elevar la misión. Estamos lejos de esa trayectoria que nos salvaría, entonces, sí estamos preocupados por la trayectoria de México que está elevando el nivel”.
Para dejar las cosas en claro, le pregunto “Entonces, ¿la preocupación es por la ecología, y no por la inversiones? Aclara: “Por supuesto que también estamos preocupados por la inversión europea y aquí tenemos una importante por 13 mil millones de dólares que se han invertido en energías renovables, empresas que aportaron su tecnología, empleo, que aportaron de buena fe su capital y hoy están con muchas preguntas sobre qué va a pasar con esa inversión y nosotros también. Pero, hay que entender que no es solamente un tema de plata, es un tema de contribución al esfuerzo colectivo para salvar el planeta del cambio climático y eso es un problema para todos los países del mundo”.
En el mismo tenor, habla sobre los desafíos del conjunto de naciones que representa: “Son los mismos que el resto de la humanidad: cómo resolver la crisis ecológica a la que estamos enfrentados, y ahí, la Unión Europea hemos puesto en el centro de nuestras políticas el pacto verde, o sea la transformación de todas nuestras políticas, nuestra forma de producir y consumir hacia un modelo sostenible, amigable con el planeta y el medio ambiente. Ese es el gran beneficio que queremos sacar de esta fase de recuperación, recuperar mejor y más verde. O sea, acelerar esa transición ecológica a través del plan de inversión gigantesco, 750 mil millones de euros, que tiene como principal prioridad la transición verde. Una inversión enorme que además se hace a través de un endeudamiento común entre los europeos, eso es una decisión muy importante por la integración europea”.
Le comento que la palabra deuda es algo a lo que se le ha generado pánico en el siglo XXI, responde: “Antes de la pandemia estábamos muy cuidadosos de no aumentar la deuda pública, pero reconocimos que, frente a una situación tan excepcional como la pandemia, valía la pena, era necesario, incluso indispensable, aceptar un nivel más alto de deuda para poder evitar que se hundiera la economía, muchas personas iban a perder su trabajo. Entonces, fue una decisión razonada y creo que así lo entendieron los actores financieros”.
“No dejamos que cada Estado miembro se financie por sí sólo a condiciones diferentes, sino contratar una deuda común a través de la Unión Europea a condiciones iguales para todo el mundo que son excelentes porque tiene una muy buena firma en los mercados financieros y repartir después ese dinero tomando en cuenta las situaciones diversas de los Estados miembros, que algunos han sido más golpeados por la pandemia”, explica.
La coordinación frente a la pandemia fue un reto: “Al principio, cada uno tomaba medidas un poco desesperadas, a veces contradictorias, había riesgo de que los Estados europeos compitieran entre ellos para acceder a lo que eran recursos escasos como las mascarillas, cubrebocas, etcétera, y también en el cierre de fronteras, en fin, pero ahí rápidamente hubo una reacción de solidaridad y de unión entre los europeos para organizar esos cierres de fronteras, entender que era bueno, incluso algunos Estados lo hicieron dentro de sus regiones, delimitar los desplazamiento para evitar la propagación del virus y actuar en común para lo que era la gran solución para la pandemia, o sea, la vacunación. Ahí, no era nada evidente porque la salud es de competencia nacional y la Comisión Europea sólo tiene una función de coordinación y los Estados miembros decidieron encargarnos la negociación de los contratos de adquisición de vacunas con las grandes farmacéuticas.Ya había habido una intervención importante a través de financiación de la investigación, que fue masiva y ayudó a acelerar la disponibilidad de las vacunas. Conseguimos mejores precios, porque negociamos cantidades muy importantes, con mejores condiciones, y sobre todo, una distribución equitativa entre los Estados miembros, en lugar de pelear por ellas y que fueran los más fuertes, los más ricos, quienes consiguieran las mayores cantidades”.
“Negociamos cantidades muy superiores a las que necesitábamos, no para acaparar vacunas, sino para poder exportarlas, garantizar y dar la seguridad a las farmacéuticas de que ya tenían cantidades muy importantes comprometidas. La Unión Europea ha sido la farmacia del mundo”.
Rechaza que hayan acaparado las vacunas: “Es falso, lo contrario de lo que pasó en realidad, sí hubo acaparamiento por parte de algunos países que durante meses no exportaron ni una sola dosis de vacunas. En la Unión Europea, desde el primer día, empezamos a exportar la misma cantidad de vacunas que las que hemos inoculado en nuestra población, al día de hoy mil millones de dosis, y al mismo tiempo hemos sido el principal financiador en mecanismo de solidaridad que ha permitido la donación a los países más pobres. Desde el principio, hemos rechazado que la vacuna fuera un instrumento diplomático para ayudar amigos, se siguió una lógica sanitaria mundial”.
Incluso, informa, que ellos aportaron el 40% del abastecimiento de vacunas para México, en los primeros meses (cuando Estados Unidos no nos mandaba prácticamente nada): “Si México pudo abarcar tan rápido la campaña de vacunación fue en gran parte a la Unión Europea”.
“En un momento la Unión Europea estaba un poco harta de que países que no querían exportar, sí quisieran comprar nuestra producción, y ahí sí se dijo, vamos a poner un mecanismo de autorización de exportación. La idea era controlar que no hubiera abusos”, expone.
El cierre de fronteras y los confinamientos propiciaron que diversas cadenas de suministro a nivel mundial se vieran afectadas, hubo industrias que tuvieron que parar a falta de algún componente, sobre ello, comenta: “Nos ha golpeado particularmente durante la pandemia, pero ahí nos ha ayudado la integración europea en evitar competir y poder mantener de forma mucho más ordenada esas cadenas de abastecimiento.Tenemos la inquietud de poder relocalizar algunas cadenas de abastecimiento para tener más autonomía, vimos cómo un producto tan básico como son las mascarillas que habíamos dejado de producir en Europa, porque creíamos que el abastecimiento estaba garantizado en cualquier momento, y no lo fue. Eso nos llevó a reflexionar sobre la necesidad de tener más autonomía en algunas cadenas de valor”.
“Hay que repensar la globalización, no solamente por estos temas de garantizar el abastecimiento, sobre todo por temas de sostenibilidad del futuro del planeta. No podemos seguir exportando productos de un lado del planeta al otro con costos bajos (en dinero), pero con costos ecológicos muy elevados que no se reflejan en los precios de los productos. Eso no quiere decir que se tenga que parar el comercio internacional, pero se debe integrar en el costo de los productos las externalidades de este costo ecológico cuando se transporta un bien de un continente a otro, lo cual produce gases de efecto invernadero con una consecuencia sobre el planeta”, añade.
Para concluir, nos habla del liderazgo del organismo en temas de sustentabilidad: “Ha habido una toma de conciencia en la Unión Europea que no se ha dado en otras potencias, de alguna forma hemos querido liderar ese esfuerzo, que tiene que ser global. Nosotros aportamos sólo el 8% de las emisiones de gas invernadero: nuestra aportación es relativamente marginal. Es, y ha sido, un esfuerzo colectivo. Todos deben participar. Es importante que todos los países hagan un esfuerzo para el corto, mediano y largo plazo”.