Revista Personae

VARIANTES DE COVID 

Garantizan a magnates grandes ganancias por años

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A la misma velocidad que se esparce la variante pandémica Ómicron por el mundo, la recomposición y reajustes del capital global anuncian “una luz al final del túnel” para salir de la emergencia sanitaria después de 24 meses de pánico, desolación, incertidumbre y muerte, aunque los grandes capitalistas y organismos sanitarios internacionales advierten que esto podría durar “varios años”, en los que el negocio de las vacunas representa 350 mil millones de dólares anuales.

 

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Y en este contexto, el fundador de Microsoft, la empresa multinacional más grande del mundo dedicada al desarrollo de tecnología digital y de inteligencia artificial, Bill Gates se ha erigido como el gurú de las desgracias globales que vaticina con anticipación de unos años y pronostica sus soluciones en los momentos álgidos de las emergencias. El mundo está atento a los diagnósticos y pronósticos del magnate tecnológico. Pareciera que en la intimidad de su despacho tuviera la esfera mágica que predice el futuro, en este caso sobre las pandemias provocadas por virus letales que atacan las vías respiratorias y colapsan por ahogamiento a los infectados más vulnerables. Una muerte cruel, tortuosa, con una agonía atroz.

 

Recientemente los medios de comunicación masiva y las redes sociales difundieron las conjeturas de Gates respeto a la propagación incontrolable de Ómicron, la mutación del coronavirus detectada en Sudáfrica en los primeros días de noviembre de 2021 y que antes de que concluyera el año ya se había extendido a 90 países; hoy tiene de cabeza a los sistemas de salud de las naciones contagiadas.

 

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Bill Gates, cuya fortuna asciende a 136 mil millones de dólares, advirtió que “una vez que Ómicron pasa por un país el resto del año se deberían ver muchos menos casos, así el COVID podrá tratarse más como la gripe estacional (…) La mayoría de los casos graves serán personas no vacunadas (…) No es probable que haya una variante más transmisible, pero nos ha sorprendido mucho durante esta pandemia. Ómicron creará mucha inmunidad al menos durante el próximo año. Es posible que tengamos que aplicarnos dosis de la vacuna contra el COVID de manera anual durante algún tiempo (…) No debemos permitir que este virus viaje gratis ni ondear la bandera blanca, especialmente cuando tantas personas en todo el mundo siguen sin vacunarse; la abrumadora mayoría de las personas ingresadas en los hospitales no están vacunadas”.

 

La clara solución que plantea el multimillonario, también considerado como notable filántropo por sus millonarias donaciones a causas humanitarias, entre ellas a la fabricación de vacunas antiCOVID, es extender las campañas de vacunación hasta llegar a todos los países.

 

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La información de los organismos internacionales encargados de la salud global reveló en las primeras semanas de 2022 el registro de la aplicación global de 8,810 millones de vacunas, lo que representó que solo 48.3 por ciento de las personas habían recibido el antídoto. A esto se suma que, al día último de 2021, la producción de dosis contra la COVID-19 alcanzó 11,200 millones de unidades, en 83 plantas situadas en 70 países de todo el mundo.

En noviembre de 2020, diferentes medios de información publicaron que la fundación de Bill Gates, Bill & Melinda Gates Foundation, tenía tres millones de acciones del laboratorio alemán BioNTech, justo cuando éste junto con Pfizer, anunciaron que contaban con una vacuna contra el coronavirus, con una efectividad de 90 por ciento. De acuerdo con las publicaciones el valor de esas acciones cuando las recibió la fundación de Gates (2019) era de 42 millones de dólares y en la actualidad es de 269 millones de dólares. Los acuerdos que firmó la Fundación con el laboratorio fueron para que la farmacéutica realizara actividades de investigación y desarrollo en el área de vacunas.

 

Años atrás, en abril de 2010, Gates invirtió en una compañía de software farmacéutico, Schrodinger LLC, una empresa pequeña con 140 trabajadores, con la intensión de revitalizar el uso de las computadoras para revolucionar el desarrollo de medicamentos. Ahí colocó diez millones de dólares con la mira de aumentar su inversión si los trabajos de la empresa le eran satisfactorios, sobre todo porque ya tenía puesta la atención en la producción de vacunas, dado que el mundo salía de la pandemia de gripe A H1N1 y el mercado de las farmacéuticas se disparó en 203 por ciento en seis meses de 2009.

 

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Ahora el platillo es mucho más atractivo, pues el mercado de las vacunas contra la COVID-19 promete grandes y jugosas ganancias y su valor se estima en más de 350 mil millones de dólares por año, con una producción de al menos diez mil millones de dosis que serán las necesarias para garantizar la cobertura con una dosis para la población mundial, tal como lo predice Bill Gates.

 

El caso es que mientras los dueños del capital global proyectan sus ganancias de forma velada, en una de las partes más sensibles de la sociedad como es la salud; el mundo se debate en el trauma que eso provoca por la asimetría existente entre las naciones industrializadas, las que concentran la riqueza, con las que están sumergidas en la pobreza histórica y no cuentan con recursos económicos para adquirir las vacunas, países como Nigeria, Tanzania, Camerún, Madagascar, Yemen, Sudán del Sur, Chad, Haití, República Democrática del Congo y Burundi, que suman una población de alrededor de 280 millones de personas, sólo han podido vacunar a menos de tres por ciento de sus habitantes, por falta de dosis. Pero la visión de los multimillonarios ya trazó línea de cómo ha de funcionar el mercado global de la salud, para por lo menos los próximos cinco años.

POLÍTICA

Núm. 300 – Noviembre 2024