RICARDO PASCOE
Analiza la diplomacia mexicana
- EMBAJADOR
- octubre 2021
- Patricio Cortés
- Fotografía: Cortesía de Ricardo Pascoe
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La reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), donde México fue anfitrión, ha tenido las más diversas lecturas, aunque sí resultaron evidentes las grandes diferencias ideológicas en el subcontinente, charlamos con Ricardo Pascoe, quien además de una amplia experiencia política y académica, fue embajador de México ante Cuba en una etapa complicada.
Su diagnóstico sobre la política exterior mexicana para América Latina es “desarticulada y de ocurrencias”, y pone como ejemplo el operativo para rescatar a Evo Morales “sin saber cuál era el objetivo, más se movió a esa opción”.
Añade: “Aunque varios presidentes latinoamericanos han visitado México en lo que va del sexenio, el actual presidente sólo ha visitado a Trump en Washington. En la diplomacia, un presidente recién electo, en términos del protocolo, es el que va a los países a saludar; prácticamente todos los presidentes electos hacen giras por América Latina y no que vengan primero los presidentes ya en funciones. No le queda claro a nadie si es por timidez o por desprecio, aunque suena una cosa formal, es la manera con la que se lleva la intención de mantener una relación con la región”.
“Hasta la reunión de la CELAC, podría decirse que ya hay un cambio de posicionamiento en América Latina que puede tener la intención de expresar que, en el último trienio de su presidencia, tiene la intención de mantener una relación mucho más estrecha con América Latina, que marca un antes y un después”.
Expone que la ausencia del presidente mexicano en Naciones Unidas tampoco es positiva: “Asistió el canciller Marcelo Ebrard, y en las relaciones internacionales no tiene el mismo peso. Los países saben lo que está pasando en otros países y abre un poco el morbo de que Marcelo Ebrard es un precandidato a la presidencia, pero en realidad la favorita es Claudia Sheinbaum, y entonces, se convierte en canciller en demerito, y eso afecta la presencia de nuestro país”.
Sobre la importancia de nuestra relación con Latinoamérica, destaca: “México siempre ha sido el puente entre América Latina y América del Norte, en ese sentido ha jugado un papel muy importante de interlocutor, ha tenido una gran autoridad moral para ayudar a integrar a la región, incluso, como un instrumento para dirimir conflictos en la región de América Latina. Es decir, no solo en términos culturales y de raíces históricas, sino también en términos de representar un modelo político y económico que pudiera dar luz y orientación a los países de Sudamérica y ser un faro, un país que mantuvo siempre un régimen político estable cuando los países sufrían múltiples golpes de Estado. En ese sentido México representó un refugio para los perseguidos políticos. Siempre ha sido un indicador de lo que pudiera ser deseable y un factor de equilibrio, cuyo gobierno podía recibir a países para resolver sus conflictos, como fue el plan de Contadora, donde se negoció el tema de la guerra civil de El Salvador. Incluso el papel de equilibrador que ha sido México en la relación con Cuba entre los Estados Unidos y otros países de América Latina en distintas etapas. Un factor de estabilidad en un mundo inestable”.
“Lo que ha sucedido con la nueva relación, más violenta y vociferante, de México con Cuba y Venezuela, rompe con la tradición diplomática de México, que es mantener una relación de amistad, pero equidistante en estos casos, no de estar en contra de unos o de otros, salvo en casos excepcionales. De hecho, México rompió relaciones diplomáticas con Chile cuando Pinochet tomó el poder en ese país, pero no con Argentina y Uruguay, incluso con Brasil, cuando hicieron golpes de Estado, porque México y sus embajadas jugaban un papel de equilibrio, como un factor que pudiera servir después para una negociación o como un lugar de refugio para perseguidos políticos”.
Refuta la idea de que somos el hermano mayor de Latinoamérica: “El gigante es Brasil, su economía, población y territorio son más grandes, pero México quería erigirse como el nuevo guía moral, y creo que fracasó en ese intento, porque no midieron bien el estado de ánimo, ni su propio papel. México quería que todos se sumaran a su propuesta, que la gran línea fuera la que marca López Obrador, todos fuera de la OEA y crear un organismo latinoamericano y caribeño propio, y resulta que la gran mayoría de los países no estaban de acuerdo. Hubo una falta de sensibilidad”.
“Al querer encabezar ese organismo regional, López Obrador, en vez de presentarse como el gran conciliador entre distintas corrientes ideológicas que existen en América Latina, se aventó a los brazos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que hay que decirlo, son tres dictaduras. Entonces América Latina no sintió que López Obrador tuviera la altura de estadista para ser el líder. México perdió la oportunidad de impulsar un organismo avanzado, perdió su capacidad de dialogar con todos porque se aventó a los brazos de la extrema izquierda”, complementa.
Se manifiesta escéptico sobre el futuro de un organismo latinoamericano: “Es muy difícil crear un organismo con capacidad de administrar recursos y tomar decisiones. Cuando combinas en su propio seno países democráticos y dictaduras, ese es, para mí, el problema existencial. Una democracia oscila entre gobiernos de izquierda, de derecha y de centro, tranquilamente durante un periodo gana un gobierno de izquierda y luego uno de derecha y no se desmorona, eso es una democracia, pero en los países que se rigen por dictaduras como Venezuela, Nicaragua y Cuba no admiten eso. Ellos introducen en la discusión una rigidez que resulta inadmisible para países democráticos que sí son capaces de cambiar de giro, o sea toda le idea de que unos son neoliberales y otro no… Todos los países son capitalistas, ¡todos! Entonces, hablar de neoliberales, no nos sirve, ni nos ilustra. Por ejemplo, el gobierno argentino que en este momento ataca al neoliberalismo, sin embargo, es una economía capitalista que está negociando con el Fondo Monetario Internacional, y quieren manejar una política fiscal y monetaria para que no haya mayor inflación, ni devaluación de la moneda; o sea, enfrentan exactamente el mismo problema que enfrentaba el gobierno de Macri, de derecha. En América Latina, usamos con mucha ligereza el concepto neoliberal. ¿Neoliberal vs qué? ¡Contra qué! El gobierno de México es neoliberal, la política de Andrés Manuel es profundamente neoliberal, económicamente hablando, su autoridad, su política de control fiscal, sin embargo, eso no me ayuda a describir su política, porque entonces tendría que decir que es la política de Bolsonaro de Brasil, aunque puedan ser ideológica diferente, aunque pudiera ser que Andrés Manuel sea tanto o más conservador que Bolsonaro en temas valóricos”.
Afirma: “Yo soy de izquierda, Andrés Manuel no lo es. Él es un populista demagogo que aplica políticas neoliberales, diciendo que es de izquierda y socialmente es profundamente conservador, no está de acuerdo con el movimiento de mujeres, ni con el aborto, habla de Dios todo el tiempo, se compara así mismo con Jesucristo. Eso me parece hasta reaccionario”.
En este contexto surge el tema de la persecución jurídica, por presunta corrupción de 31 destacados científicos mexicanos, sobre lo que comenta enfurecido: “Persigue a la inteligencia, a la investigación, debiera ser un escándalo mundial impresionante”.
Asevera que “La izquierda es intolerante con el autoritarismo”. Le pregunto si su postura dificultó su posición como embajador en Cuba al inicio del sexenio foxista, refiere: “Dificultó mi posición con México y con Cuba, porque México quería que yo fuera el embajador que le recriminaría a Cuba todo, y Cuba quería que yo fuera el embajador que le recriminara a Estados Unidos el embargo, y yo les recriminaba las dos cosas. En esa época de Fox y de Castañeda querían, no solamente que le reclamara a Cuba su falta de respeto a los derechos humanos y a la democracia, que sé que es cierto, sino también que México rompiera relaciones diplomáticas con Cuba y yo estaba en desacuerdo con eso”.
Entonces cuestiono si lo mandaron con las navajas afiladas, Pascoe aclara: “Lo que me dijo Fox antes de partir hacia Cuba… Mi instrucción era mejorar la relación con Cuba, pero mientras avanzaron los acontecimientos, cambiaron su opinión, y lo que querían, era que México rompiera relaciones con Cuba. Yo rechacé esa política con la que no estaba de acuerdo, porque para mí México es el país mejor situado para ser el mejor interlocutor, equidistante entre Cuba y Washington. Lo que no tiene sentido es caer en brazos de la dictadura cubana, es absurdo y es lo que hizo López Obrador este fin de semana, perdió toda posibilidad de ser interlocutor”, concluye.