SANTOS MONDRAGÓN
El periodismo está vivo, las fuentes y la tecnología nos permiten hacer las cosas
- PERIODISTA
- abril 2022
- Patricio Cortés
- Fotografía: Cortesía de Santos Mondragón
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Con 33 años en el oficio como respaldo, Santos Mondragón combina lo que podríamos llamar periodismo de calle, es decir la búsqueda de nota en el día a día con la conducción de los noticiarios en Foro TV (Televisa), donde también vive la adrenalina, transmitiendo noticias en vivo.
Egresado de la Facultad de Estudios Superiores de Aragón (UNAM), obtuvo un lugar en Televisa, donde desarrolló su carrera, tras hacer exámenes y competir con cientos de jóvenes. “Yo vengo de esa cultura del esfuerzo, de una cultura donde mis padres me ensañaron a trabajar”, narra orgulloso.
Su sueño era convertirse en reportero de investigación, lector asiduo de La Jornada, pasó exámenes que incluían quién era el titular de tal o cual secretaría, la nota principal de determinado diario. Cuenta que sus maestros en la universidad les decían que ni soñaran con entrar a Televisa, sin embargo… “Pasé varios filtros y al final quedamos tres aspirantes que cumplíamos con el perfil para un programa que me iba a marcar de por vida, 60 minutos. Las generaciones actuales no lo conocen, pero me atrevo a decir que fue el primer programa, en televisión, de investigación. De hecho, el eslogan era ‘60 minutos, periodismo de investigación por televisión’”.
“El director en ese tiempo era Jaime Maussan, fue mi jefe durante siete años, un tipo muy visionario, que en 1984 dijo que en esta ciudad iba a llegar el día en que no íbamos a poder caminar por las calles e íbamos a tener que parar los carros y las fábricas por las altas concentraciones de plomo y azufre, y nos decían que éramos unos locos amarillistas. Entrar a ese equipo fue para mí lo más maravilloso”.
Entró como investigador, apoyando a los reporteros como asistente, más su audacia y entrega le permitieron tener la oportunidad de ser reportero al año de haber ingresado. “En una época sin celulares, hurté un documento confidencial donde se hablaba de una reunión de alto nivel entre funcionarios mexicanos y estadounidenses sobre el problema de la agresiva abeja africana. Este tipo de cosas les gustaron mucho a los jefes y me dieron la oportunidad para probar si yo podía, tan joven, ser reportero. Me pusieron como prueba un tema que era muy escabroso en 1989, me dieron un mes para hacerlo y tratar tres temas fundamentales, el SIDA, la homosexualidad y el lesbianismo, del que se hablaba muy poco. Ser homosexual era sinónimo, en ese tiempo, de ser sidoso y había una gran discriminación en el sector salud, en el sector social. Cuando lo terminé y se transmitió, en La Jornada, Luis González de Alba, que ya falleció, un excelente columnista, se puso a analizar una semana completa todo el contenido del programa”, nos cuenta con orgullo.
De hecho, tampoco fue un estudiante pasivo, formó parte del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) cuando el entonces rector Jorge Carpizo quiso imponer el cobro de cuotas en la UNAM: “Yo era de la gente que manejaba los grupos en la carrera de comunicación, tomé la escuela, me quedé a cuidarla por las noches, y con los mimeógrafos hacíamos los volantes, ¿lo imaginarías? Estuve muy comprometido con la causa estudiantil”.
Sin embargo, hoy apolítico, se distanció del activismo: “Mi aspiración como estudiante era ser un buen reportero de investigación. Yo me clavo en el movimiento del CEU, pero, cuando se termina, veo que se vuelve… Muchos de los integrantes del CEU, Imaz, Ordorica, mucha gente de la que ahora está en las altas esferas de la política, empezaron a conjuntarse, los partidos políticos a jalarlos, para después crear lo que sería el PRD. Entonces, yo no me salgo del movimiento cuando ya veo todo eso y me dedico a seguir, a retomar mi escuela cuando empezaron las clases”.
Al preguntarle si percibe una evolución del periodismo en este tiempo, expone: “Sí, por supuesto que ha evolucionado de una manera importante. En la actualidad, hay una serie de multi plataformas digitales, las redes sociales y el Internet. Yo lo veo con mis hijos, que tienen 21 y 19 años, no ven televisión abierta y ven este aparatito que es el celular, a veces, se informan más rápido, la inmediatez. Pero, ojo, hay muchas cosas que pueden ser muy cuestionables, porque la información que se sube no siempre es veraz y bien corroborada”.
Narra que cuando Chespirito estaba en sus últimos días, tenían una guardia en su casa de Cancún: “Nos decían, ‘aguas con que nos ganen la nota, eh, porque Chespirito es de la empresa’. Un día estando al aire en Foro TV, me llega un mensaje de un jefe diciéndome, ‘oye, CNN está informando que murió Chespirito ¿qué pasó, por qué no los estoy viendo al aire? Ya nos ganaron la nota’. Entonces, haz de cuenta que dije, ‘ya hasta aquí llegué, ¿cómo que nos ganaron la nota?’ Le hablé al reportero que estaba ahí, enviado especial haciendo Guardia 24 horas y me dijo ‘acabo de hablar con la señora Florinda, está Chespirito en la hamaca y están platicando’. ¿Te puedes imaginar cómo un medio tan importante como CNN, de repente mató a Chespirito por no corroborar la información?”.
La posibilidad de un error siempre está presente, reconoce: “Llega a pasar. A veces una mala fuente. A veces la fuente que era tu fuente fiel comete un error y tú lo pagas. Tienes que corroborar, aunque tengas tu fuente directa, debes tener alternas, debes tener con quién confirmar y reconfirmar”.
Sin embargo, aclara que él y la empresa donde trabaja manejan un estricto rigor periodístico: “Creo que ese ha sido el éxito de la permanencia de los espacios noticiosos, porque, contra lo que se diga, es muy raro que tú veas un desmentido en Televisa, una disculpa pública. Creo que no lo he visto en muchos años porque tenemos todo este esquema de corroborar, de reconfirmar la información con la gente que sabe del tema. Hemos sido muy asertivos y en Foro TV, que pretende ser un canal que permanentemente da información, pues tenemos que estar al día”.
Marca distancia con la polarización política que vivimos: “Como periodista siempre he tenido esta línea, de ser una persona congruente; es decir, si me están diciendo este reportaje hay que hacerlo sobre este tema, revisar que sea siempre un tema equilibrado, ver a quién acusó y ver las posiciones, si estoy acusando a través de documentos, también buscar una respuesta de ellos. Me rijo en esta parte de ser muy congruente con lo que quiero trabajar. Por estos 33 años que llevo en la empresa, me he ganado esa confianza de buscar los temas, y tema que yo propongo, tema que me permiten”.
Al cuestionarlo sobre si hay temas que prefiere no abordar, afirma: “No, no, fíjate que la verdad es que le he entrado a todo. Esta escuela, que me dejó 60 minutos, me permitió llenarme de contactos, de fuentes, de la experiencia que te da el periodismo, andar en la calle, de saber buscar la nota. Dicen que aquel buen reportero, si quiere serlo, debe pasar vez por la fuente de la nota roja, porque es ahí donde se chambea”.
Esto no significa que todo sean éxitos, todo reportero deja en el papel temas que no fue posible corroborar, Santos Mondragón reconoce con un triste semblante: “Sí, hubo una nota muy importante que voy a vivir con ella. En San Luis Potosí, en un retén del Ejército, en un camión de mensajería al hacer una inspección, los perros se alertaron al revisar una caja de hielo, venía un niño descuartizado. Estaban todas las partes del cuerpo, pero algo que impactó era que estaban totalmente lavados, limpios, incluso la cavidad torácica del niño de 12 años, 10 años más o menos. Entonces, la hipótesis era, ¿Para qué querían eso? ¿a dónde iba esa caja? Iba a Monterrey y (la dirección destinataria) estaba en una contra esquina de una tienda que vendía carne exótica, carne de tigre, de jabalí, de camello, de lo que te puedas imaginar”.
El reportero investigó, las autoridades también, entró incluso con cámara escondida a la tienda de carne exótica, por meses indagó, entrevistó, no pudo publicar nada al no contar con las corroboraciones necesarias, era un niño en situación de calle proveniente de Acapulco, sustraído de un albergue de la Ciudad de México: “Ese tema fue muy fuerte para mí, lo investigué y no pude corroborar, es un tema que está ahí”.
Entre los éxitos, está el reportaje/documental “Libertad bajo palabra” que realizó al lado de Óscar Hernández, mismo que lo hizo acreedor del premio Rey de España, otorgado por la Agencia EFE y los Reyes españoles. Aprovechando la euforia por los reality shows, seleccionaron a seis exconvictos (tres hombres y tres mujeres) recién librados para seguirlos por seis meses: “Buscamos diferentes perfiles con el objetivo de mostrar si en este país, después de que pagas una condena de la sociedad, ¿el sistema te hizo una persona socialmente aceptable de nueva cuenta, de repente se pudo reintegrar a la sociedad, las cárceles rehabilitan o son escuelas del crimen?”, comenta.
El periodista no se queda en el trabajo: “Yo no puedo desmarcar, no lo puedo desligar. Mis experiencias que han sido muchas, las transmito en mi casa, estoy al pendiente de todo. Hago un reportaje sobre secuestros y lo trasladó a mi casa, ‘a ver esposa, no te vayas todos los días por la misma ruta, cambia de vehículos…’ Estando en mi vida personal, con mi familia, estoy generando notas, estoy viendo esa es una buena nota. Estoy inmerso en ser un observador de la sociedad”.
Para concluir, refuta la frase, el periodismo está muerto: “No, yo creo que no. Ahora como nunca, he visto un gran desarrollo, sobre todo por las por las nuevas tecnologías, para hacer periodismo. Te podría decir que muchos no lo saben y son buenos periodistas. En las redes sociales, hay gente que tiene el don y te narra una buena historia en dos minutos de su vida y es un documento periodístico, es una enseñanza social. El periodismo está más ágil, más práctico que antes. Para hacer un reportaje en 60 minutos tenía que llevarme a un realizador, un camarógrafo, a veces hasta dos, y cada uno tenía que traer su asistente, que era el que le ayudaba a cargar las pilas, a limpiarle los cables, a que todo estuviera funcionando a la hora de las grabaciones y tu servidor; o sea, por lo menos cuatro personas. Ahorita, hay jóvenes que hacen lo de cuatro, cargan su computadora, una camarita o el celular y te graban. El periodismo está vivo, las fuentes y la tecnología nos permiten hacer las cosas”.