Revista Personae

TOMÁS BERMÚDEZ

Representante en México del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

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Tomás Bermúdez
A la par de las irreparables pérdidas humanas, la pandemia del Covid-19 nos deja grandes desafíos económicos a nivel mundial, donde los países subdesarrollados somos especialmente vulnerables, de ello charlamos con Tomás Bermúdez, representante en México del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“Es una crisis cuyo impacto puede devorar muchas de las ganancias que hemos obtenido como región, sacar gente de la pobreza y mejorar la informalidad, así como una serie de mejoras sociales que por ahora se ven amenazadas”, diagnostica.

Reconoce: “Esta crisis que estamos viviendo es diferente, porque América Latina y el Caribe han tenido muchos choques de demanda, de alguna manera cosas que pasan en otros países tienen repercusión en el nuestro. La crisis del 2008 fue, esencialmente, originada en los Estados Unidos y nos afectó profundamente. Lo que hace distinta esta crisis es que hay un impacto de la oferta -que no había pasado antes-, y de la demanda. Simplemente, con estas medidas de contención no hay oferta, esto implica que la crisis debe ser atacada de una manera muy distinta”.

“La profundidad de la crisis tiene que ver en que las cosas están ocurriendo mucho más rápido, de una manera que no habíamos visto antes. El caso de México, en escaso mes y medio se han perdido más de 500 mil empleos; para que tengas una idea, en doce meses, después del 2009 se perdieron 650 mil, al ritmo que vamos antes de que se acabe el mes de mayo o junio podemos hablar de casi un millón de empleos perdidos”, expone.

“Coincide con una situación menos favorecida de lo que estábamos en el 2008 y 2009. El precio de los commodities no estaba tan deprimidos como ahora y había más con qué responder, nos agarra en un momento de ciclo abajo (ciclo arriba, economía boyante; ciclo abajo, desaceleración o depresión). México prácticamente no creció y tuvo una muy breve contracción en el 2019 y va a tener menos espacio fiscal y mucha rapidez en las consecuencias”.

 

Al cuestionarlo sobre las medidas necesarias, comenta: “En el pasado, cuando teníamos shocks de demanda, solamente era la receta típica keynesiana de vamos a levantar la demanda, buscamos que la gente salga, consuma, haga y todo eso. Cuando tienes un tema de oferta, primero hay que ver impactos de liquidez, muy directos, a personas y a empresas, esto son a individuos para ayudarlos a amortiguar la caída de ingresos y a las empresas, que eran viables y productivas antes de que ocurriera esto, darles el oxígeno para que se mantengan con vida. La pérdida de empleos en este momento junto con la desaparición de empresas, se puede hacer permanente y una cosa que se nos ha ensañado, también, es que empleos formales que se van en nuestros países, tardan mucho en regresar. Es mejor reducir ingresos y conservar empleos, a que los empleos se pierdan del todo”.

Propone: “Las medidas, pensamos nosotros, serían mucho más orientadas a inyectar liquidez y es muy importante que sean medidas temporales, parte del problema fiscal que tenemos ahora es que muchas medidas fiscales que se tomaron en la crisis del 2008 y 2009 terminaron siendo permanentes”.

 Sin embargo, el endeudamiento debe ser tomado con precaución: “La recomendación que yo le hago a los países es que determinen primero cuáles son exactamente las cosas que necesitan hacer, cuáles las medidas que deben tomar, ver cuánto cuesta eso y luego ver de qué manera pueden financiarlo, puede ser reorganización del gasto, mayores tributos (impuestos), reducciones de ciertos costos y puede ser un componente de endeudamiento”.

Sentencia: “De manera inevitable casi todos los países van a salir con mayor endeudamiento, aun sin hacer nada. Vamos a suponer que México no tomara ni un peso más de deuda, ésta se va a incrementar, porque una parte de tu deuda está en moneda extranjera, en el caso de México es el 30%. Además, tu relación de deuda con respecto a tu Producto Interno va a ser mayor porque éste va a disminuir de manera significativa. Entonces, sin emitir un dólar de deuda, la relación deuda con respecto al Producto Interno, que es la medida estándar de endeudamiento de los países, se va a incrementar. Todos los países van a tener que incurrir, de una manera u otra, a la deuda. En este tema, cuanta deuda es sostenible, varía de país en país”.

 

De hecho, hace unos días hubo un desencuentro con el gobierno mexicano por una línea de crédito a la iniciativa privada, el presidente Andrés Manuel López Obrador mostró públicamente su rechazó a lo que consideraba un mayor endeudamiento público. Tomás Bermúdez nos dice que el asunto ya fue arreglado, pues no implica endeudamiento extra para la federación: “Ya los términos fueron aclarados, fue una negociación que se dio muy rápidamente. Nosotros estuvimos en comunicación con la Secretaria de Hacienda todo el tiempo, fue una negociación de un fin de semana. También la manera como se le formuló la pregunta al presidente, el lunes en la mañana (por la prensa), creo que realmente no fue la mejor, porque se le preguntó por un aval y realmente no existe un aval. Las dudas ya le fueron aclaradas al señor presidente y él entiende el contexto completo de la operación y seguimos adelante en ese apoyo a las pequeñas y medianas empresas que lo necesitan mucho y aclarar que no implica ningún tipo de aval por parte de la República o de la Secretaria de Hacienda, ni endeudamiento para los países. Nosotros lo estamos haciendo a través de BID Invest que es un vehículo que tiene el banco para ofrecer financiamiento al sector privado, sin garantía soberana. Es un riesgo de crédito nuestro y cualquier pedida la asumimos nosotros”.

En otro tema, sobre el descenso en las calificaciones crediticias de nuestro país, explica: “Parte de lo que le ha pasado a México es que el país ha crecido muy poco, entonces ese coeficiente de Producto Interno te hace menos interesante, o sea, se deteriora”.

 

Al pedir un diagnóstico de las medidas económicas de nuestro gobierno, cauto, declara: “Todos los países están tomando medidas distintas, muchas de ellas están enfocadas a inyectar liquidez a individuos para mantener el tejido productivo y a las personas lo menos afectadas posibles. México ha decido ir gradualmente, viendo los efectos de la crisis antes de tomar acciones más profundas. Yo no me atrevería a decir un juicio de valor, si eso fue bueno o malo, estamos en una crisis tan atípica que creo que nadie tiene una respuesta correcta. Lo que sí es cierto es que el consenso de la mayoría de los países es que están tomando decisiones de medidas de liquidez muy rápidas para individuos y empresas, México ha decidido hacer una metodología distinta”.

 

De acuerdo a estimaciones del BID, México tendrá una caída de su Producto Interno Bruto de entre el 2.3% y el 5.5%, es decir su contracción será mayor al promedio regional, lo cual no es sorpresa, pues desde hace años crecemos menos que otras naciones, Tomás Bermúdez expone: “Es una cosa extraña, México ha sido un buen alumno, desde hace muchos años, ha hecho lo correcto en términos de mantener la macroeconomía bien; pero, en términos de detonar crecimiento, no ha logrado hacerlo de una manera efectiva. La razón principal es que tiene unas distorsiones estructurales en su economía muy importantes; por ejemplo, el mercado laboral mexicano está muy distorsionado, se tiene incentivos que van mucho a promover la informalidad en la manera en que está estructurado y eso hace que la economía sea mucho menos productiva. Tiene problemas estructurales que tiene que resolver para poder establecer una senda de crecimiento más acelerada, en lo macro lo han hecho todo bien, o lo venían haciendo todo bien; ahora, la parte estructural necesita un poco más de atención, como mejorar la productividad, cerrar brechas de desarrollo entre ciertas regiones del país que prácticamente son muy aisladas o son muy distintas unas de otras, es mucho más caro llevar un saco de tomates de Chiapas a la Ciudad de México que de la Ciudad de México a Houston”.

 

Comparando el impacto regional con el del resto del mundo, expone: “No sólo América Latina, sino también los demás países en desarrollo se van a ver mucho más impactados, por dos razones: uno por la parte económica, la capacidad de respuesta que tenemos nosotros para mitigar los efectos de la crisis es mucho más reducidos. Los programas contra-cíclicos en casi todos los países desarrollados son del orden de 10 al 15% del PIB, en el caso nuestro está alrededor del 2%, salvo algunas excepciones, particularmente Perú que está haciendo un programa contra-cíclico del 12%. Dos, por lo social, somos una economía sumamente informal, está en el sector informal más de un 50% de la población de América Latina; entonces, todas estas medidas de contención de movimiento son mucho más difíciles de implementar. Tenemos un sistema de salud mucho más precario”.

 

En este contexto el BID enfrenta sus propios retos: “El desafío que tenemos, como empresa en este mundo de transformaciones importantes, es cómo nos mantenemos relevantes más allá del dinero. El dinero que podemos dar es un commodity, al final te lo puede dar Citibank, Goldman Sachs o Bancomer, el diferenciador parte del conocimiento y nosotros debemos estar a la vanguardia de los cambios que se estén generando para darles valor agregado a nuestros clientes por esa vía. Ni siquiera por el precio, que es mucho más barato, sino por el conocimiento que se pone sobre la mesa”.

 

¿De dónde sale el dinero?, refiere: “Nuestros accionistas son los países miembros (de la región y externos) que han puesto capital en la institución. La última capitalización fue hace unos ocho, siete años, pero nuestra principal fuente de financiamiento es el mercado de capitales internacional, donde hemos emitido bonos de manera regular. Como somos grado inversión AAA internacional, el más alto que hay en el mundo, tenemos la ventaja que podemos fondearnos bastante barato para poder darle tasas muy atractivas a nuestros países prestatarios”.

POLÍTICA

Núm. 300 – Noviembre 2024