EL FEMINICIDIO SE HA CONVERTIDO EN UNA PANDEMIA
- PSICOLOGÍA
- agosto 2022
- Raquel Estrada
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“Hace tiempo me cansé de la impunidad feminicida, de la complicidad omisiva.
Hace tiempo me cansé de contar una muerta más y así matar cada día mi esperanza.
Hace tiempo me cansé…”
Fragmento del poema: “Hace tiempo me canse”.
Autora: Isabel Agatón Santander
A continuación, vamos a conocer tres historias sobre violencia feminicida en el ámbito familiar, casos mediáticos que conmocionaron a la sociedad mexicana y que dejaron una estela de dolor en las familias de los afectados. En los tres casos se presume que sus agresores fueron los esposos y el exesposo de una de ellas. Dos de las jóvenes asesinadas tenían hijos, los cuales se consideran “víctimas colaterales” del feminicidio y sufren no solo la pérdida de sus madres, sino también de sus padres.
Sin embargo, cuando un delito se comete hay otras víctimas y otros daños colaterales que pocas veces se menciona. Es la familia del agresor que tienen que vivir con la humillación y el estigma de ser señalados, como los padres o hermanos del “asesino”, lo que ocasiona que decidan cambiar de lugar de residencia para evitar ser agredidos.
Por su parte, la familia de la víctima lleva cargando una herida emocional difícil de cerrar como consecuencia de los hechos que ocurrieron ese fatídico día y desde lo más profundo de su dolor, piden justicia y que paguen los culpables por el daño cometido.
CASO I: DURMIENDO CON EL ENEMIGO
En un restaurante de lujo de la Ciudad de México permanece inerte el cuerpo de una cantante de 21 años que no era conocida, pero su trágica muerte permitió descubrir su gran talento como intérprete de Música Regional Mexicana. Ella era Yrma Lydya, una joven que ambicionaba el éxito en su carrera artística. Su esposo, un hombre de 79 años, abogado de renombre que presuntamente a quemarropa le arrebató la vida.
La cantante, según información de algunos medios de comunicación, se divorció del abogado por violencia intrafamiliar, y lo denunció ante las autoridades correspondientes, posteriormente lo perdonó y retiró la denuncia. Ambos deciden casarse nuevamente, pero al poco tiempo las agresiones continuaron por parte de su victimario y la artista decide divorciarse de nueva cuenta cuando sintió que su vida corría peligro.
Mucho se comentó en algunos programas de entretenimiento referente a la diferencia de edad de la pareja: “Difícil creer que una joven se enamore de un hombre de edad avanzada”. Estos señalamientos están fuera de lugar, el ahondar en lo que fue la vida privada de la joven conductora y sus padres, cuando lo más importante es que hubo un feminicidio y el culpable debe pagar por el acto tan aberrante que cometió.
Hay un factor determinante en el caso de Yrma Lydya, el perdonar a su agresor a pesar de la violencia en la que supuestamente era objeto. La mala decisión de regresar con su victimario creyendo en sus palabras, pensando que el cambiaría y todo sería mejor, sin imaginar que la sombra del mal la seguiría hasta terminar con su existencia.
CASO II: VIOLENCIA SIN LÍMITES
Abril Pérez madre de tres hijos, vivía actos de violencia por parte de su exesposo, quien un día juro “Amarla, cuidarla y respetarla”, pero con el paso del tiempo, el “Amor” que él decía tenerle se transformó en actos de agresividad sin límites. Los maltratos fueron escalando de nivel y un día fue brutalmente golpeada con un bate por su exesposo y terminó en un hospital, pidió a las autoridades correspondientes protección ya que su vida estaba peligro. Pese a la denuncia que interpuso ante la Procuraduría como intento de feminicidio, el juez y otros de sus colaboradores reclasificaron el delito y el acusado recobró su libertad.
La sociedad no se explica cómo un hombre preparado, exdirector de Amazon con un futuro brillante y una carrera exitosa, sea el autor intelectual de la muerte de Abril y con base en las indagatorias, contrató a unos sicarios para que consumaran el asesinato. En el momento de los hechos tan lamentables, la joven madre circulaba en un vehículo acompañada, de dos de sus tres hijos, los cuales, presenciaron el cruel ataque en contra de su progenitora. Ya pasaron más de tres años del feminicidio y el exesposo sigue prófugo de la justicia y es un caso más de la impunidad que prevalece en nuestro país.
“Los maltratadores siempre están pidiendo perdón, pero mantienen el mismo patrón de dominio, control, abuso y acoso, sometiendo a su pareja en la sumisión y el temor”.
CASO III: SILENCIO SEPULCRAL
El 16 de septiembre Areli Mendoza se encontraba en una reunión con su esposo y otras personas. Una fuerte discusión terminó con la vida de la joven. Los inculpados, su esposo y su cuñado fueron presentados ante el Ministerio Público, pero argumentaron que fue un suicidio. Después de rendir su declaración los dejaron en libertad a pesar de ser los principales sospechosos. Según las investigaciones, el esposo de Areli, normalmente consumía alcohol y drogas y su comportamiento era agresivo. Alvin Mendoza exfutbolista del Club América, hermano de la víctima pide justicia. Los hijos adolescentes que quedaron huérfanos de ambos padres sufren por el daño colateral, sin tener respuestas del porqué de los acontecimientos tan lamentables; por su parte, la familia de la joven sabía que era víctima de maltrato físico y psicológico, pero ella decidió continuar con su pareja a pesar de que había focos rojos que terminaron en un feminicidio más. Ya pasaron más de tres años de la tragedia y los supuestos agresores se encuentran prófugos de la justicia, sin pistas de su paradero.
ESTRUCTURA DE PERSONALIDAD DE LOS AGRESORES
Con base en la información recabada emitida por los diferentes medios y después de analizar algunos videos de los probables “inculpados” se describe el perfil psicológico de personalidad, tomando en cuenta que es de manera subjetiva porque no se cuenta con los elementos suficientes.
Caso I y II.- Ambos tienen rasgos Narcisistas, personalidades que no están acostumbrados a perder. No les gusta que los confronten y que les digan que están equivocados y los cuestionen. (Ellos deben ganar por encima de todo). Se nota la falta de control de los impulsos.
Caso I.- Conducta violenta quizás, por el consumo de alcohol que había ingerido esa tarde. Probable demencia por su edad al afirmar que él no fue quien privó de la vida a su esposa, lo cual se puede deber a alteraciones mentales inestables y ambivalentes. El presunto culpable por su poder económico se siente dueño de lo que tiene, incluyendo su esposa, así que su vida le pertenece y la transforma en un objeto más de su colección. (Distorsión mental de la realidad). La óptica del feminicidio por parte del agresor es el control total de la mujer, ejercido por la riqueza económica que posee.
Caso II.- Sentimientos de pertenencia, conducta maltratadora, abuso planificado y sistemáticamente pensado para someter a la otra persona por medio de la crueldad, violencia en todos sus niveles: psicológico, económico, sexual y físico. Va escalando de niveles hasta llegar a planificar el asesinato. Se muestra una total falta de empatía, con rasgos de egocentrismo, al ver a la mujer como objeto de denigración. La violencia avanza hasta llegar a grados inimaginables que son un paso a la consumación del feminicidio.
Caso III.- El consumo de alcohol y drogas en una persona agresiva y violenta pueden desatar los demonios internos que no le permiten pensar con claridad en los alcances de sus actos.
DAÑOS COLATERALES DE UN FEMINICIDIO
No hay palabras que consuelen a unos padres por la pérdida de una hija. No hay dolor más grande para los hijos que el feminicidio de su madre y el sufrimiento de saber que el asesino puede ser su propio padre, que se delata al darse a la fuga. Después del feminicidio tienen que despertar todos los días con la pesadilla de ser los huérfanos de la violencia intrafamiliar y el temor de cómo van a vivir a partir de ese momento, ya que su vida dio un giro inesperado de 180 grados, sin contar con las herramientas emocionales para poder sobrevivir a una ausencia de amor que representa la madre.
Así como en los casos anteriores, cientos de niños en México pierden a sus madres por feminicidio y tienen que vivir el drama de un Estado fallido que los abandona y los deja en desamparo. También, las abuelas o algún otro familiar que se dan a la tarea con gran amor, de llevar a cabo el desafío de su crianza. Además de seguir luchando porque se haga justicia y en ocasiones, son amenazados y tienen que vivir con el miedo de que algo les pueda pasar.
El feminicidio se ha convertido en una pandemia más, que diariamente cobra la vida de muchas mujeres. Casos sin resolver, familias que lloran a sus muertas y una justicia ausente que las vuelve invisibles y solo las menciona como un número más. Es evidente la falla institucional y la falta de empatía ante las víctimas y su familia, queda en evidencia la impunidad y como la mayoría de los feminicidios en México el camino a la justicia está plagado de irregularidad y obstáculos. Asesinos que en algunos de los casos se encuentran prófugos, muchos de ellos intocables y el clamor social que pide…” Ni una más”.
“La violencia deja marcas. No verlas deja feminicidios”.
Psicoterapeuta Raquel Estrada
Tanatología, Logoterapia y Prevención del Suicidio 🦋
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