Revista Personae

¿HOMBRE, SEDUCES O CAZAS?

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En estos tiempos de tanto ajetreo y vorágine de eventos y circunstancias propias y ajenas, parece ser que el verdadero hombre seductor, se perdió en el tiempo desgraciadamente, quedando una inmensa mayoría de ellos solo como representantes físicos de lo que éstos en un pasado eran.

No se juzgue antes de echar un vistazo a lo siguiente, pero aclaro de antemano, que sólo mencionaré las circunstancias de lo que parce estar sucediendo al hombre actual, al hombre moderno refiriéndome a los varones.

Primero, si eres hombre y eres sincero contigo mismo, pregúntate ¿qué tanto te conoces como hombre? ¿Cómo es que has invertido en tu persona, en tu virilidad, en tu sensualidad, en tu erotismo y en tu sexualidad? Y no se trata de cantidad de mujeres conquistadas o de aventuras amorosas, estas preguntas van más allá de ello, principalmente porque no tiene casi nada que ver con conquistas y aventuras.

Contéstate también si acaso has logrado derrumbar la “barrera” emocional-afectiva y competitiva con tu padre, ¿te has liberado de su imagen? ¿Has logrado libertad y autenticidad viril? ¿Has logrado liberarte de la censura materna? ¿De la búsqueda de aprobación hacia tu madre y del recelo hacia ella? ¿Te has planteado siquiera este tipo de preguntas? ¿Has tenido el valor? O sigues repitiendo patrones familiares, sociales y culturales, porque de ser así, tu orientación masculina se basa aún en lo que se espera de ti y, por lo tanto, es muy probable que tu comportamiento viril sea más el de un cazador que el de un seductor.

 

El hombre seductor es aquél que posee absoluta confianza en sí mismo y lo irradia de tal forma, que genera un magnetismo hacia él y, en este mundo tan competitivo sobre todo ahora, como nunca antes, ni siquiera se plantea la posibilidad de competir con otros hombres y menos por una mujer, puesto que sabe que éstas no son presas de nadie ni objetos sexuales, todo lo contrario, las respeta y honra por lo que son, porque primero ha aprendido a respetarse y honrarse a sí mismo. Este tipo de hombre sabe quién es y lo que es, por eso es él quien enmarca a la ropa que viste, el auto que posee, al dinero con el que cuente, a la profesión u oficio que desempeñe así como a los lugares a los que llegue a presentarse. Si, el hombre seductor enmarca a las cosas, no las cosas a él. Es decir, que no depende de lo exterior y, sin embargo tiene mayor capacidad y habilidad para disfrutar de todo lo exterior porque sabe vivir en forma desapegada, sin condicionar ni someterse y sin someter a nadie. Infortunadamente, este tipo de hombres, en la actualidad, son escasos.

Lo anterior no es una utopía respecto del tipo de hombre ideal, porque cada hombre sabe en lo más profundo de su ser, que lo que mencioné anteriormente es verdad y una forma de comprobártelo a ti mismo es que recuerdes cuántas veces has fantaseado con ser así. Lo que sucede, es que, en una sociedad y cultura tan machista, al hombre muy poco, por no decir nunca, se le permite manifestar su sentir y pensar verdaderos, censurándoles de afeminados en el peor de los casos.

 

¿Cómo puedes identificar si sigues repitiendo patrones familiares, educativos, sociales y/o culturales?

Analiza la forma que de niño te frustraron tus padres cada vez que manifestaste tu forma natural de ser. Cómo, si es tu caso, perdiste tu seducción cuando todos tus objetivos inocentes (hablar como papá, usar los zapatos de mamá o papá indistintamente, gritar, enojarte, etc…) fueron frustrados por tu madre, tus hermanas, tus tías y/o primas…

 

¿Hombre, seduces o cazas?

 

Si de bebé-niño tuviste una erección y tú mama te censuró diciéndote algo así como: “Eso que haces no es correcto. ¡Está muy mal! ¡Vas a ser un depravado!”

O si, de manera natural, de niño le pediste a tu madre bañarse contigo y tanto ella como tu padre te contestaron que eso no es correcto, es indecente y sucio.

Otra frustración que pudiste haber vivido pudo ser el que tu curiosidad infantil natural te haya hecho preguntar, ya sea a tu padre o a tu madre, el por qué mamá usa sostén y te hayas llevado por respuesta una llamada de atención, a veces, acompañada de castigos.

  • Si te atreviste a espiar bañándose a tu madre, tía, hermana o prima, incluso una vecina, y te descubrió alguno de tus padres.
  • Censurado y señalado cuando tuviste la curiosidad de tocar las piernas de tu mamá con medias.
  • Castigado y/o regañado cuando, de niño, tuviste el impulso de besar a tu mamá en la en la boca y te rechazó de tal forma, que quedaste impactado y con gran culpa.
  • Cuando te llamaba la atención el desarrollo físico de tus hermanas y se te limitó el acercarte a ellas “más de la cuenta”.
  • Probablemente padeciste burlas varias veces respecto a tu personalidad por propio desarrollo físico, por parte de tus padres y/o familiares.
  • Si de niño le decías a tu mama o a tus hermanas cosas como “te casarías conmigo”, y constantemente se burlaban de ti en reuniones ya sea familiares o de amigos.
  • Reflexiona qué tanto te afectó el que se hayan burlado de ti cuando manifestaste que querías tener novia. O, al preguntar cómo conquistar a una niña y te sermonearon.
  • Cuando tuviste tus primeras erecciones y tu mamá o tus hermanas te preguntaban ¿Qué te pasa?
  • Cuando te dijeron que eras un cochino por tener las manos dentro del pantalón.
  • Cuando en el primer beso la niña te dijo que no sabías besar.
  • Cuando intentaste tus primeros fajes y te compararon con otro amigo que era mejor.
  • Cuando pusieron a prueba tu virilidad y no supiste qué contestar: “¿Cuántas veces te masturbas?”.
  • Cuando empezaste a manifestar tus primeras emociones de enamoramiento y te dijeron que eso está pasado de moda.
  • Cuando te le declaraste a una niña y te dijeron que llegaste tarde porque otro ocupa tu lugar.
  • Cuando empezaste a tener tus primeros encuentros sexuales y padeciste, de manera natural, eyaculaciones precoces y te avergonzaron.

 

Todas las circunstancias arriba mencionadas le han ocurrido a un gran número de hombres y es de lo más común. Lo interesante para ellos es que tomen verdadera consciencia de sus experiencias y reflexionen respecto de qué es lo que actualmente anhelan vivir como hombres.

 

Hago un paréntesis en este punto. El hombre seductor vivió también en su infancia, adolescencia y juventud este tipo de experiencias que, por supuesto y como a todos, lo hicieron sentir incómodo, molesto, culpable, inadecuado y avergonzado, entre otras cosas. Sin embargo, a pesar de las circunstancias, fue capitalizando sus experiencias, analizándolas y superando recelos y miedos, logrando mantenerse en sí mismo, de tal manera, que llegó a concientizar que estaba perfectamente bien ser él mismo, con ello llegó la aceptación, luego el merecimiento y, de ahí, la constante motivación de explorarse como hombre en todos los ámbitos y niveles posibles para él con lo que, finalmente hace de esto, su forma de vida, es decir, se integra y se alinea a sí mismo y, la consecuencia natural, es que se mantiene enfocado en lo suyo con lo cual, la necesidad de competir y rivalizar con otros hombres, no tiene razón de ser ni soporte válido.

 

Mencioné dichas circunstancias para que se den una idea y puedan analizar, más fácil, en qué punto los hombres perdieron su poder de seducción y se empezaron a transformar en cazadores sexuales, es decir, convirtieron al sexo en una necesidad carnal que derivó en un poder de competencia genital con otros hombres. Ejemplos de ello pueden ser el conversar irónicamente con palabras vulgares como “a cuántas mujeres te has tirado”, “a cuántas has sometido”, así como las diferentes competencias entre los hombres para poder dominar a las mujeres y poseerlas bajo cualquier condición sin ser claros, es decir, “la tengo que emborrachar”, “la tengo que llevar a un hotel y entrar al cuarto con ella”, “ la tengo que fajar y ella no se puede negar” etc., toda la serie de prácticas soeces y vulgares para lograr una conquista a la mala hacia la mujer.

 

¿Hombre, seduces o cazas?

 

Al comportarse como cazadores, los hombres perdieron el encanto por menospreciar sus atributos físicos como sus ojos, brazos, piernas etc., emocionales como sensibilidad, pasión, alegría y espontaneidad y mentales como ideas y pensamientos muy personales, y los cambiaron por el tener a fuerza a esa mujer que les gusta al precio que sea, como por ejemplo: la llevan a un restaurant o a un hotel lejano para poder atraparla o chantajearla con cosas como “Tú viniste conmigo, y ya sabías a lo que venías”, “Si estás aquí, es porque tú quieres lo mismo que yo”, o “Te vestiste así, para provocarme y te aguantas” o “He gastado mucho en esta cena y me tienes que cumplir” o “Te presenté como mi novia o esposa y tienes que cumplir ¡¿ok?!”.

Todos estos comportamientos, son factores indicativos de que muchos hombres han perdido su poder seductor y, por lo mismo, no tienen respeto ni confianza en sí mismos. El hombre que es seductor es antagónico al hombre que es cazador.

¿Y tú, cazas o seduces?

 

 

Psic. Jaquelin Machado Garduño

Facebook: Sexualidad Mágica perfil Índigo y Desarrollo de Consciencia.

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Núm. 300 – Noviembre 2024