Revista Personae

IGNORANCIA, FALTA DE INTERÉS Y MITOS

En la sexualidad masculina

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Muchos son los mitos, refranes, afirmaciones y leyendas respecto de la sexualidad masculina en las que, necesariamente, también se encuentran implicadas las mujeres. Creencias sobre el amor y el sexo son transmitidas de padres a hijos por generaciones a través de bromas, chistes, refranes, por medio de la educación, la ciencia y la religión. Todo ello, ha limitado enormemente la posibilidad expansiva que siempre ha tenido la Sexualidad. Lo que es una realidad actual es que todas esas ideas, creencias y leyendas están más arraigadas en los hombres que en las mujeres. No obstante, es importante aclarar que, aunque esto sea así, no se puede dejar de lado que la sexualidad masculina está implicada en el tema de pareja y, por lo tanto, se manifiesta la interrelación con la mujer y de alguna manera se encuentra involucrada.

 

Ignorancia, falta de interés y mitos en la sexualidad masculina

 

Una de las principales creencias masculinas más arraigadas es la de la eyaculación, en la que se cree, por muchos hombres y bastantes mujeres que si no se eyacula, entonces, no hay placer ni hombría, ni se es lo suficientemente mujer por hacer “venir a un hombre”, etc… Las religiones defienden la cuestión de que eyacular solo debe hacerse con la finalidad de tener hijos. La masturbación ayuda a eliminar tensiones acumuladas, más si esta es excesiva puede provocar la eyaculación precoz, tardía, o se dé junto con el orgasmo masculino o se confunda con éste. Generalmente es un tema que se evita de diversas formas e incluso se gastan bromas que van de lo simple a lo grotesco para no profundizar en el asunto.

 

Lo cierto es que, reconocido o no, la vida sexual de la gran mayoría de hombres se encuentra en tal desequilibrio que buscan la última entrevista, revista de moda, conversaciones fugaces en la oscuridad para que no se sepa por “otros”, las respuestas anheladas sobre la sexualidad mágica ante su propia insatisfacción viril. En otros casos, recurren al autoengaño de contarse historias de los buenos amantes que fueron, que son o a excesivas “libertades en su sexo” y a la ahora tranquilidad que viven. Sin embargo, qué hombre va a reconocer ante sí mismo que por mucho que haya practicado la masturbación, el sexo rápido, el tener una larga lista de mujeres en su recorrido sexual para perfeccionar sus técnicas de enamoramiento y excitación – pasión hacia la mujer, y/o el desarrollar artes de seducción y habilidades amatorias, aún no sabe nada del amor y la sexualidad consciente como un camino diferente al que hasta ahora ha llevado y del que sí puede vivir la plenitud, el éxtasis, el orgasmo, la pasión y la liberación del ser esencial.

Otro de los mitos o creencias generalizadas en los hombres es pensar que en una relación sexual el mover rápido, fuerte y aceleradamente las caderas al penetrar a una mujer, ésta goza mucho más y el hombre mantiene por más tiempo la erección. Resulta que la erección del pene depende del Sistema Parasimpático lo que hace que entre más aceleración y movimiento rápido de caderas menor sensibilidad en el pene, menos tiempo de erección, más rápida será la eyaculación y más problemas se manifestarán en su vida sexual individual pues mantienen más una postura autista por la falta de relación con la pareja.

Se cree también que cuanto más rápido un hombre pueda excitar a una mujer mucho mejor resultarán las cosas. Muchos hombres creen que excitar a una mujer desde el comienzo en su zona genital (vaginal) es de gran beneficio y los convierte en excelentes amantes. Aunque logren excitarla de este modo, nunca lograrán hacer contacto con la bioenergía íntima de su sexualidad. Una mujer necesita encender su fuego, su pasión desde el pecho, desde los besos porque esas zonas son sus aspectos activos y luego si entra la zona vaginal. Si el hombre no se toma el tiempo, la determinación y es consciente de esto, dejará en la mujer frustración, insatisfacción y aumentará su emotividad y él se perderá del encendido profundo de su propio fuego. El hombre debe comprender que en lo femenino, todo empieza en el pecho, la boca y los pezones. Si no eres realmente consciente de esto, es decir, que lo hagas sin intención de dominarla ni de controlarla o someterla a tus deseos, podrás excitarla desde su sexo (vagina) e incluso desde su pecho, boca y pezones, pero la dejarás frustrada energéticamente, no tendrá ganas de fundirse en tu pecho, no habrá pasión ni deseo sexual que la haga entregarse al hombre que eres ni fundirse contigo en uno solo.

Por otro lado, creer que toda eyaculación es un orgasmo masculino más o menos intenso y que el orgasmo masculino solo es genital es permanecer extraviados de la masculinidad profunda. La eyaculación es una descarga energética que puede liberar tensiones acumuladas por las frustraciones de la vida cotidiana. Desafortunadamente, la mayoría de los hombres eyaculan por una falta de interés por lo femenino y/o por falta de control al momento en que sienten que es imposible e inminente eyacular (la verdad íntima y callada es que muchos ni siquiera intentan aprender a controlarse). Así, la mujer queda con una sensación de fracaso y tristemente no se entera de que hay niveles superiores del placer en los alcanza la libertad, el éxtasis y la plenitud. Por tanto, se siente utilizada como si fuera una vasija que recibe y contiene la descarga seminal del hombre y ¡a dormir! El hombre no sólo tiene orgasmo genital, sus orgasmos, si se permite la no eyaculación y prolonga la relación que supera la excitación, son múltiples como en el pecho, la garganta y base de la columna, orgasmos de próstata, de órganos, del sistema nervioso o del cerebro. El hombre si puede ser multiorgásmico.

Otra de las creencias que predominan aún en nuestros días es  el que muchos hombres piensan que son muy buenos amantes, que sus habilidades amatorias y su experiencia sexual les proveer de lo necesario para excitar y hacer “venirse” a una mujer para que tenga orgasmos y que, si no lo logran, es porque la mujer es frígida. Esta creencia desata comentarios absurdos entre los hombres, por lo general, aquellos que también confunden la eyaculación con el orgasmo masculino, tales como: “el mundo está de cabeza porque las mujeres son incapaces de tener orgasmos”, “por eso hay que tener una amante extra porque uno queda como con ganas de otra variedad”, “la frigidez parece una moda”, “las mujeres fingen orgasmos porque no saben ser excitadas”, etc…. y tantas frases, afirmaciones y chascarrillos como situaciones al respecto.

Resulta que, ante estas y otras creencias y mitos sobre la sexualidad masculina, muchas mujeres ya no quieren saber nada de sexo porque se sienten frustradas porque, entre otras cosas, argumentan que el sexo sólo les trae problemas, aburrimiento y ausencia de sensaciones profundas. Todo ello aunado al fastidio de sentirse como una vasija de masturbación de los hombres, entonces, muchas prefieren ya, retirarse de este tipo de experiencias renunciando al sexo.

Lo cierto es que no hay mujer frígida, el punto central es que se requiere de más tiempo y entrega por parte de la pareja masculina y si éste no está dispuesto a permanecer por lo menos entre 20 y 30 minutos haciendo el amor, es imposible que algunas mujeres que responden más lento o tardan más al estímulo pues logren contactar con sensaciones y experiencias que están muy por encima de lo que “se conoce como pasión y orgasmo”. Los hombres deben de dejar de estar obsesionados con el tema de la eyaculación y relajarse para poder soltarse durante el juego del amor y fluir en el presente en el lugar donde no se va a ninguna parte más que al placer que surge entre cumbres y valles y en un ambiente relajado en el que ninguno de los miembros de la pareja intenta dominar o controlar al otro porque ambos, en un continuo placer, se disfrutan al abrazarse, de acariciarse, de besarse y de compartirse también intercambiando sus alientos.

No obstante, en un alto porcentaje de relaciones de pareja existe un gran temor a volverse locos y a perder la cabeza cuando despierta la bestia dormida que todos llevamos dentro, cuando se permanece un buen rato en el acto amoroso. Por lo mismo, es muy común que los hombres aceleren su ritmo y movimiento de caderas durante el acto por temor a abrirse al sentimiento y la emoción que yace en su pecho y que desencadenaría la apertura al drenaje de aguas turbias que ponen a flor de piel el miedo al vacío y el miedo a la muerte, pues el verdadero orgasmo diluye la personalidad del ego especialmente cuando se tiene el privilegio de llegar al derretimiento extásico en el acto amoroso.

 

Ignorancia, falta de interés y mitos en la sexualidad masculina

 

También se cree, por muchos hombres y mujeres, que el sincronizar la eyaculación al orgasmo de la mujer es el mayor placer que se puede vivir en el sexo de pareja. Esta creencia es muy limitada en sus posibilidades, sin embargo, tiene un tinte positivo pues en la búsqueda de la sincronización el hombre piensa en el placer de su pareja. Bien, el placer no lo es todo en el acto amoroso y en especial en el tantra, por ejemplo, lo que cuenta es el culto al éxtasis, que es la experiencia mística del placer. Para esto, es necesario no buscar nada, no planificar objetivos comunes que no sean internos. Es fluir en el instante sin mente y dejarse llevar por la corriente del amor hasta fundirse en un solo cuerpo y llegar a sentirse tan bien que no se quiere salir de ese estado porque uno se siente tan vivo que todo lo demás parece opaco y sin vida, eso es un regalo de vida tan grande que, inevitablemente, transforma la vida de cualquier ser humano que se determine a vivirlo. Y la vida vale la pena vivirse porque reúnes tanta energía en ti, que la creatividad y la magia inundan tu espacio y te sientes, por fin, conectado con la energía del flujo universal que te da acceso a niveles superiores de consciencia que han estado esperando por ti desde siempre y, te sientes en casa.

 

Es muy importante comprender que la semilla masculina (espermatozoides) es la energía más elevada que se produce en el cuerpo humano por lo que hay que aprender cómo subir esa semilla energéticamente sin interrumpir la sexualidad y mucho menos reprimirla puesto que el no eyacular en forma consciente permite al hombre repetir muchas veces con una enorme intensidad y no perder fuerzas. No quiere decir que nunca hay que eyacular, es cuestión de aprender a diferenciar, por un lado, la eyaculación del orgasmo masculino y, por otro, que el espermatozoide es la semilla de conciencia en el hombre y el conocerla a fondo lleva implícito muchísimo más que solo un fluido que “urge” vaciar del cuerpo.

 

Psic. Jaquelin Machado Garduño

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Núm. 293 – Abril 2024