Revista Personae

PERDER ES GANAR…

COMPARTIR

Facebook
Twitter

El éxito y el fracaso penden de un mismo hilo, sin embargo, en ocasiones se gana y se siente una gran satisfacción por el resultado obtenido y, por tanto, en esa dualidad de la vida se puede también perder y se experimenta un vacío acompañado de frustración como si nada tuviera sentido. Cuando esto sucede, pasa por diferentes etapas: Toma de decisiones, no obtener el resultado esperado y un estado emocional alterado. Después se generan dos alternativas: quedarse frustrado, o moverse al cambio mediante la brújula existencial que alumbra el camino. Pero, sobre todo, buscar soluciones para poder transitar de la mejor manera mediante las motivaciones y capacidades. Perder prepara al individuo al cambio, a buscar soluciones y no quedarse en medio de un golpe de realidad.

 

PERDER ES GANAR…

 

Cuando se pasa por una crisis existencial, es importante aceptar que puede afectar al individuo al no lograr los objetivos y la confianza en sí mismo se ve alterada. Es importante estar en un estado de aprobación para poder encontrar el balance perfecto y contrarrestar los efectos de una pérdida y pasar por un proceso de duelo que fragmente el estado emocional. A continuación, se realizan acciones constructivas como parte del proceso, y hay que darse el permiso de equivocarse al buscar el crecimiento interior. Así mismo, cada caída representa un reto, solo hay que escoger el camino adecuado, confiando en que lo mejor está por llegar.

 

Cabe mencionar que lo que pasa en la vida nos hace aprendices de todo lo que nos rodea, y solo el tiempo nos dará las habilidades para tomar buenas decisiones. En estas enseñanzas habrá muchas caídas; cicatrices que nos recordarán el pasado y pueden surgir dudas de continuar adelante. En ocasiones el perder encarcela a la mente a no querer avanzar y no solo paraliza el cuerpo, sino también altera los pensamientos. Con base en las experiencias anteriores, se podrá entender que nada perdura para siempre… “Respirar y continuar”. 

 

Pero, sobre todo, el crecimiento personal complementa el desarrollo intelectual a lo largo del camino, y a medida que se construyan las capacidades emocionales adecuadas, se puede poner en práctica la madurez y transitar ante este suceso no favorable de la mejor manera. Así mismo, resaltar la necesidad de crecer espiritualmente, sin embargo, cada determinación trae consigo una consecuencia, puede ser favorable o quizás no ha resultado como se esperaba, pero al mirar atrás, se puede conocer que esa elección se tomó de forma precipitada. La carencia de no analizar y reflexionar ante la toma de decisiones convierte las perdidas en duelos y solo el sentido de vida logrará cambiar una supresión en una ganancia. 

 

PERDER ES GANAR…

 

Perder es ganar, no es una contradicción, pero hemos crecido pensando que es negativo; es como “si la mente se cerrara a buscar alternativas y en ese momento es cuando se siente que el barco se hundió”, se puede ser presa de emociones como la tristeza, impotencia, coraje, entre otros. Lo cual significa estar abrazado al “pulpo” de la negatividad y entonces aparecen pensamientos saboteadores, como “Si hubiera hecho tal cosa, no estaría en esta situación”. En otras palabras, no se puede regresar el tiempo, solo aprender de lo qué pasó y esa experiencia dejó una enseñanza que se mantendrá guardada en “el baúl de los recuerdos.”

 

La pérdida se asocia con el fracaso y con sentir que queda un vacío, en ese justo momento aparece el “juez interior para sancionar y crear culpables donde no existen.” No se debe escuchar esa voz interior que se encarga de bajar la autoestima y generar inseguridad, es aceptar lo que se perdió y canalizarlo de forma constructiva. Sentir que no es el fin del mundo y descubrir qué dejó esa experiencia. Lo cual es más valioso que la meta que no se concretó. De esta forma, si vemos que perder se encamina al cambio, debemos levantarnos para no continuar en el reclamo y tomar fuerzas para “abrir las alas y volar”.

 

Toda situación deja un aprendizaje, y la pérdida nos da herramientas para saber qué hacer para no repetir la misma historia. Además, se gana en estrategias que llevan consigo la solución, también se desarrollan capacidades para evaluar qué sucedió, en qué estado emocional nos encontrábamos en ese momento y por qué se tomó la decisión que no favoreció el resultado que se esperaba. Ganamos desde el momento que perdemos, siempre y cuando se busque lo positivo de una experiencia negativa. Lo conveniente es construir en lugar de quedarse perdido como una forma de vida. Este acontecimiento lleva un mensaje que no permite abrir la mente, generando un desentendimiento y frustración. Después de este ejercicio, se flexibilizan los pensamientos para construir nuevos modelos de decisión encaminados al éxito.

 

“Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. -Rabindranath Tagore-

 

Psicoterapeuta Raquel Estrada

racheles_03@outlook.com

55-55035476

SALUD

Núm. 300 – Noviembre 2024