Revista Personae

CARLOS MARTÍNEZ RENTERÍA

La contracultura se fue detrás de ti

COMPARTIR

Facebook
Twitter

Nos conocimos a finales de los 80 en la escuela de Periodismo Carlos Septién García y desde ese entonces hubo una conexión precisamente por el perfil periodístico, nuestro ideal era la libertad de expresión y esos eran los principios de aquella escuela, no sabíamos ni siquiera el significado de “chayotero”, quizá por eso se fue convirtiendo en uno de los representantes de la contracultura.

Tenía ojo para las chicas guapas, y tenía desarrollado su don de seductor, aunque casi siempre espantaba a las chicas de la nueva generación. Poco a poco nos fuimos conociendo más, porque en la de redacción de El Universal, donde íbamos a redactar crónicas de cultura en máquinas de escribir Olivetti, él ya tenía más experiencia, ya había entrevistado a Monsiváis, a Fuentes, a ciertos políticos, yo me desvié un poco cuando me uní a la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas y nos encontrábamos en La Ópera del centro histórico con Porfirio Muñoz Ledo quien nos platicaba, después de varias botellas de vino, sobre sus aventuras con amigos artistas, bohemios y locos al haber sido consejero Cultural en la Embajada de México en Francia.

 

Carlos Martínez Rentería

 

Me volví a encontrar a Carlos en la casa del pintor Arturo García Bustos y la guatemalteca y gran pintora Rina Lazo, pareja extraordinaria quienes vivían en la casa que había sido de la Malinche en la Conchita, Coyoacán donde, se armaban tremendas fiestas, y ya entrada la fiesta, no sabíamos si dialogábamos con fantasmas o invitados.

 

Mis constantes cambios de ciudad me impidieron ir al homenaje que le hicieron al poeta Alfredo Giles en la sala Villaurrutia, poeta con quien Carlos y yo jugábamos a desobedecer, quebrantar, violar todo lo que fuera sistema, normalidad o forma de ser, esa era nuestra misión no solamente en textos sino en la vida real. Férreo defensor de la contracultura desde 1988 cuando fundó su revista Generación sin ninguna otra intención que ser moralmente incómodo y políticamente incorrecto, creo que los más de treinta años que duró la revista, pasó de generación a degeneración hasta llegar a la regeneración, sin embargo, la revista tenía una sólida estructura. En aquella revista escribí en las dos primeras ediciones, y tenía formato de periódico, en ella donde participaron infinidad de escritores y nuevos periodistas. La inauguración fue en la Galería de Excelsior, esos eran nuestros rumbos y la fiesta se trasladó a la casa de algún amigo, porque los encargados de la Galería nos dijeron que ya estaban por cerrar y el reloj marcaba las diez de la noche.

 

La Revista era un centro de encuentro que rompía con paradigmas y códigos sociales. La valentía que implicaba escribir en su revista era delirante, y era mejor que la familia no lo supiera porque era considerada inmoral. Una que otra vez nos vimos en casa de mi abuelo donde nos disfrazábamos, bailamos con aquellos acetatos de Gardel y leíamos libros prohibidos. El tiempo pasa veloz y no fueron los excesos lo que nos alejaron sino distintos caminos de vida, hasta que en el 2017 lo busqué para ponernos al día. Me citó en su oficina que estaba en el Museo López Velarde en la colonia Roma, a un costado del salón Las Hormigas. Toqué antes de entrar, pero no estaba. Abrió uno de sus discípulos. Atravesé el estrecho pasillo con paredes negras cubiertas de posters, fotos de encueratrices, travestis y pornógrafas, poesía y sátiras políticas. No se podía dar ni un paso, estaba saturado de hojas, revistas, libros y papeles, lo cual me recordó la oficina de Huberto Bátiz. Pregunté por Carlos, que me había citado. Aquel joven terminaba la última revista dedicada José Agustín. Me dijo que no sabía nada de él —A veces no llega ni en una semana. Decidí esperar ya que el “museo” tenía mucho material. —“Me he perdido muchos años de trasgresión”, pensé. Una hora después llegó Carlos, estaba crudo y nos tomamos un consomecito en el Café París. Me platicó que tenía un hijo de nombre Emiliano, me dio todos los detalles sobre la música que le gustaba y que se acababa de divorciar. Regresamos a su congal y le pregunté: —¿aquí hay área para fumar? — Esta es área restringida para los no fumadores, haz lo que quieras. Hablamos de varios temas como la sensualidad, el erotismo y la naturaleza de la mariguana. Él no tenía que escandalizar, su personalidad lo hacía, estaba delgado y nos sentamos en un sillón negro. Hablaba con esa voz carrasposa sobre su nuevo libro de poesía y cuentos. Esa tarde su mirada estaba perdida, se veía cansado y débil. Carlos Martínez Rentería de pronto se apoyó en el barandal, lo vi un poco enfermo. Él lo sabía, pero nada lo detenía, tenía muchos sueños, pero los años de exceso siempre pasan la factura. Sostuve su bebida, y la idea de cancelar la conversación cruzó por mi cabeza. —“Creo que necesito ir al médico”. Pronto se incorpora —“Sólo fue un vértigo”. Nos dirigimos a la terraza de la pulquería y sigue su conversación: —He sido testigo de la actividad cultural de muchos espacios aquí en la colonia Roma, por ello, desde la apertura de La Pulquería me involucré. La actividad cultural en la Pulquería, inició incluso antes- de abrirse. Una de las primeras actividades fue la realización de un número especial de la revista Generación dedicado al pulque. La Pulquería Insurgentes. Poco a poco se ha ido incrementando y hoy realizamos un promedio de dos o tres actividades por semana, hoy ya viene mucha gente a pedirnos el espacio para hacer eventos, ya no estamos nosotros sólo buscando o proponiendo el espacio, sino que ya se volvió un lugar necesario. Hemos hecho actividades bastante importantes. Han venido decenas de escritores como José Agustín, Juan Villoro, Guillermo Fadanelli, grupos de rock como El Dangerous y Kenny y los eléctricos, pero aquí damos espacio a todos. Es un trabajo que está sustentado por mucha gente. Con respecto a la poesía sigue viva, lo veo porque he llenado varias veces el salón. Yo soy convocante de la marcha por la mariguana, creo que hay despenalizar prácticamente todas las substancias. Cada una con sus diferentes matices y, sobre todo, advirtiendo sus daños. Pero aún las drogas más peligrosas en cuanto a daños de salud, deben ser liberadas porque ningún gobierno tiene derecho a prohibirle a un adulto lo que puede consumir, así como tampoco tienen derecho a coartar la libertad de expresión, somos periodistas y ese es nuestro trabajo señalar, preguntar, investigar.

 

Carlos Martínez Rentería

 

En ese sentido es una de las partes más importantes para mí, tener un compromiso ético y social, y tener toda la información necesaria para apoyar o ilustrar sobre todo a la gente más joven sobre sus derechos. En segundo lugar, creo que es muy importante reconocer cómo para muchas personas el consumo de drogas ha sido parte de su construcción intelectual. Es un tema más complejo. Por diversas razones sí existe una relación constante entre la obra, el talento, la creación y esta necesidad de consumir alguna sustancia. Después de esa conversación me fui con mi colección de revistas Cannabis y Generación nos despedimos, nos vimos varios años después cuando le pedí el espacio para presentar mi libro “Un mundo al revés” de la editorial Ariadna, ese día llegó Armando Blanco quien fuera piedra angular del Hip Setenta, Catalina Miranda, el fotoperiodista también de la Generación Fernando Soto, y estaba como DJ el pionero del Rebel de punk, expuso su pintura Demetrius Telenoid y la noche se desarrolló genial, perdí mi arete de oro y me despedí prometiendo volvernos a ver.

 

Hoy emerge su alma, dejando una rebeldía que las nuevas generaciones ya no entenderán. Se fue como ave fénix dejando la esperanza, los sueños y fantasías amedrentadas… Carlitos hasta parecía tener pacto con el diablo. Él es el culpable de muchas borracheras que nos hemos puesto decenas de personas que asisten cotidianamente a las presentaciones de libros. Esta partida amerita un mezcal, varios, pulques y la lectura de sus libros y su legado como periodista librepensador.

CULTURA

Núm. 300 – Noviembre 2024