EL SENDERO DE LAS CARICIAS PARA EL SILENCIO SEXUAL
- SEXUALIDAD
- julio 2022
- Jaquelin Machado G.
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Para llegar a este nivel de silencio en tu sexualidad has de haber pasado ya por muchas experiencias sexuales tanto satisfactorias como dolorosas. El silencio en tu sexualidad requiere la unión de tu luz y sombra. ¿A qué me refiero con esto?
Bien, respecto a la parte de la sombra me refiero a que en tu desarrollo sexual, lo más seguro es que has crecido en ambientes restrictivos y represores en cuanto a comportamientos sexuales se refiere como la mayoría de los seres humanos y ello ha contribuido a que, para ti, muchos aspectos de la sexualidad te causen culpa o formen parte de tu tabú sexual, por ejemplo la masturbación, las relaciones sexuales prematrimoniales, el mostrar excitación y pasión como realmente sientes y muchos más; ello te pudo haber orillado a manifestarte sexualmente, con el tiempo, de una forma que no eres tú realmente.
Ejemplos de ello pueden ser:
Ceder a relaciones sexuales cuando no quieres, demostrar tu hombría para no quedar mal, fingir que el sexo no te afecta y que eres capaz de experimentar lo que sea, abusar de sustancias para tener “mejor sexo”, manipular, dominar y someter al(a) otro(a), condicionar un encuentro sexual, decir sí cuando querías decir no y viceversa, fingir orgasmos que no sientes, exagerar tú excitación con jadeos y movimientos grotescos, etc… todo esto, en el fondo, produce interferencia y ruido entre tu ego personal y tu yo esencial.
Para llegar hasta tu yo esencial, que es el que te brindará la experiencia de vivir la plenitud del silencio en tu sexualidad, es importante romper todas esas barreras que se han forjado alrededor de tu ego personal y que te forma una identidad y te hace creer que eres tú y que no te puedes comportar y vivir diferente.
En cuanto a la parte de luz, me refiero a todas aquellas experiencias sexuales en las que pudiste sentir placer sin culpa y que fueron tan plenas que quisiste repetir esas experiencias todo el tiempo y que, al buscar volver a experimentar “lo mismo” caíste en comportamientos obsesivos que te llevaron a la frustración de no poder vivirlo de nuevo. Es la parte de luz porque ya te comprobaste que se puede disfrutar sin culpa ni represión y tampoco rebeldía. Cuando analizas y profundizas en ti mismo(a), estás listo(a) para unir ambas polaridades (luz y sombra sexuales) e iniciarte en el camino que te conduce a experiencias de silencio sexual en las que empiezas a “escuchar” los misterios del sexo y el enigma de tu cuerpo. ¿Eres capaz de imaginar el silencio en tu vida sexual?… Cierra un momento tus ojos y empieza a explorar tu cuerpo, con el poder de tu imaginación recórrelo cada centímetro, respira, suspira, escúchate respirar, siente ese espacio interior, si de verdad sientes que eres merecedor(a) del placer, sabes que siempre hay tiempo para ti.
Llegar a Tu Silencio Sexual implica intimidad contigo e intimidad contigo significa paciencia y aceptación total. El cerrar los ojos facilita esta intimidad, ¿no sueñas con placeres exquisitos? ¿Acaso no tienes deliciosas fantasías? ¿Sueñas con no sentirte juzgado(a) en la intimidad? Sabes que en una u otra forma el miedo y la ansiedad se manifiestan en algún punto de tu vida sexual, también sabes que aunque no lo expreses y no lo reconozcas, te gustaría no sentirlo. Hay una infinidad de máscaras que te impiden llegar a tu propio Silencio Sexual, algunas de ellas están tan intrínsecamente integradas a tu personalidad que crees que forman parte de ti, que te describen, no es así, no eres tú.
Por otro lado, si pretendes pensar positivo y, en base a ello, actuar en tu sexualidad, notarás que no siempre te funciona. La mente no puede sanar por sí sola al cuerpo. Es importante accionar. Primero tienes que accionar contigo, abrir brecha hacia ti mismo(a). Hablo de sanar al cuerpo porque nuestro cuerpo, desde muy temprana edad empieza a ser censurado en el “sentir”. Se le condiciona tanto y de tantas maneras (con códigos de familia, sociales, religiosos, culturales y educativos) que mas que portar tu cuerpo con orgullo y agradecimiento, te manifiestas como portando una armadura que te impide acercarte realmente a los demás y viceversa, con una sutil, pero constante insatisfacción, con un anhelo de sentir plenitud y éxtasis, pero sobre todo: con demasiado ruido en tu interior.
Ahora, tal vez, el que te hable del Silencio Sexual ya no te suene tan disparatado y cursi. Para poder llegar a este Silencio es necesario que acciones a tu ritmo y empieces por identificar cuáles son tus miedos al “sentir”, sentir placer asusta por paradójico que suene. Anhelas libertad sexual, no libertinaje; anhelas libertad sexual, no control, manipulación y condicionamiento; anhelas libertad sexual, no sometimiento. Y aunque estas condiciones se manifiestan en forma diferente en mujeres y hombres, no son excluyentes en ninguno de los dos casos. Dicho anhelo de libertad se complementa con un anhelo de paz sexual, si, paz sexual y ésta no es sinónimo de abstinencia ni nada por el estilo, tampoco implica la represión de la pasión. El Silencio Sexual te conduce hacia tu libertad y paz sexuales; menciono “tú” libertad y paz porque eres único(a), te permite empujar tus propios límites hacia afuera de ti mismo(a) y con ello vivir una experiencia sin intimidación. Es importante que tomes en cuenta que: el cuerpo físico exige, el cuerpo emocional grita, el cuerpo mental habla, el cuerpo espiritual susurra y el alma en silencio al éxtasis.
El sendero que te conduce al éxtasis del silencio es el de las caricias de las manos, los labios, las miradas con los ojos penetrando el alma de tu amada o amado en la danza amorosa de la intimidad y fusión amorosa.
¿Acaricio? ¿Con qué frecuencia y, es a mí o a otros? ¿Sabemos realmente la importancia que tienen las CARICIAS en la Sexualidad? Si, lo sabemos, pero su importancia ha disminuido por la vorágine misma de la vida, el ritmo tan acelerado en el que vivimos nos ha robotizado al punto que nuestras manos se han convertido en pinzas, tenazas que presionan. Las CARICIAS en un encuentro sexual, para una gran mayoría, ha quedado en la nostalgia, para otros imaginar una verdadera caricia les parece casi imposible y hasta aterrador. ¿Aterrador? Sí, porque una verdadera caricia te lleva a la verdadera intimidad de tu ser. Mira bien, observa tus manos detenidamente, primero ¿qué opinión tienes de ellas? ¿Es raro no? Es porque realmente nunca o muy rara vez las observamos y, entonces, cuando te detienes un momento a observar, te es difícil conectarte contigo mismo(a) y sentir. Las CARICIAS que te conducen a la plenitud, al éxtasis y a la felicidad en tu sexualidad comienzan contigo mismo(a). Hoy es un día hermoso para ti y dedicarte unas caricias, observa profundamente tus manos, sin pensamientos descalificadores e intimidantes para ti, sin prejuicios, nada de ideas absurdas que bloqueen tu experiencia personal. Tocas cada una de tus manos lenta muy lentamente y te “sientes”, te palpas, te vives: concientiza que estas vivo(a), empieza a recorrer todo tu cuerpo, acaricia tu cabello, tu rostro, detente un momento ahí, tu piel está viva. ¿Hace cuánto tiempo no te tocabas de esta manera, tan profunda y suave? Tal vez hace mucho tiempo, te respondes. Continúa acariciando tu cuello, tus hombros, tus brazos y conforme tu flexibilidad te lo permita, tocas también tu espalda. No eres un robot, eres un ser humano y notas que te has tratado como una máquina porque hay partes de tu cuerpo que sientes como “dormidas” como si tuvieras una especie de capa que la cubre y te impide ir a profundidad” porque reconoces que puedes sentirte mucho más de lo que hasta ahora has sentido… reflexionas un poco y decides seguir tocándote, acariciándote venciendo tus prejuicios y dudas, venciendo tu sensación de “para qué esto es ridículo”. Ahora empiezas a acariciar tu pecho y lo sientes, claro está, en forma diferente si eres mujer que si eres hombre, pero la sensibilidad aflora más aún porque empiezas a sentir tu erotismo, si, tanto mujer como hombre están integrados en el erotismo. El erotismo forma parte integral de tus caricias, el erotismo va elevando el fuego, el calor, la excitación que van plasmando poco a poco tu sensualidad particular e individual; esa sensualidad es la que atrae al otro(a). Se da así porque tú misma(o) al tocarte, acariciarte en una forma profunda, suave y sobre todo libre y sin agresión, con absoluto respeto por tu cuerpo, por ti mismo(a); venciendo tus miedos manifestados de diversas formas (como el sentirte ridículo(a), sentir que “no sientes”, desesperarte, angustiarte, manifestar ansiedad, querer postergar la experiencia, querer ir más rápido, no darle importancia al momento y tus creencias particulares de “no merecimiento” por mencionarte solo algunos) logras despertar ese erotismo nato en ti. En el caso de los hombres son bastante eróticas las caricias en el cuello, el tórax y la zona del estómago porque se despierta en ellos una sensualidad que magnetiza a las demás, a su pareja; en el caso de las mujeres lo que las erotiza, en general, son las caricias de la periferia hacia adentro y en la totalidad de su cuerpo pues así se despierta la emocionalidad en ambos. En un intercambio de caricias profundas, el hombre que se conoce verdaderamente va levantando el fuego de la mujer y con ello va aumentando la pasión manifestándose, inequívocamente, la sensualidad en ambas partes y que, conjugada de manera adecuada, con paciencia y sin prisa el fuego de la mujer, que se conoce verdaderamente, aumenta el fuego del hombre y al establecerse la unión física o el coito, los niveles de placer los conducen a ambos hacia la plenitud, el éxtasis y la felicidad que una vez alcanzados, ambos participantes de este encuentro, perciben un placer ilimitado que los nutre y los transforma en seres humanos creativos en todos los planos de su existencia.
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