INOCENCIA ARREBATADA
Abuso Sexual Infantil
- MISCELÁNEO
- noviembre 2022
- Zuleyka Franco
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Al abuso infantil deberíamos considerarlo como uno de los maltratos más severos y atrevernos a llamarlo por su nombre: violación. La sexualidad adulta invadiendo el mundo infantil, violando su inocencia y destruyendo su futuro, eso es el abuso sexual infantil.
A grandes rasgos el “abuso sexual infantil” se define como la acción de involucrar a la niña, al niño o adolescente, en actividades sexuales que éstos no pueden llegar a comprender por la inmadurez de su proceso evolutivo, o cuando se transgreden las leyes o las restricciones sociales con respecto a éstos. La característica del abuso sexual es no dar ningún tipo de consentimiento por parte de la víctima, en este caso, niña, niño o adolescente a su victimario. Cabe destacar que también se puede dar entre dos niños o menores de edad pero, por su estado (ya sea físico o de la misma edad), que uno de ellos puede ejercer poder o control sobre el otro.
Existen tres características que pudieran definir comportamientos abusivos: Diferencia de poder, diferencia de conocimiento o diferencia en las necesidades satisfechas.
Dentro del Abuso Sexual pueden destacarse diferentes categorías como la Agresión Sexual, el Exhibicionismo, la Explotación Sexual Infantil y otros como el Maltrato Perinatal, el Síndrome de Munchausen por Poderes o el Maltrato Institucional.
La situación se torna a confusión la mayoría de las veces, ya que la víctima no es consciente de los actos abusivos porque se viven de manera subjetiva, creyendo muchas veces que el menor realmente así lo quería, y esto a su vez alimenta la culpa, el secreto y el silencio de la víctima.
Debemos tener en cuenta que los menores en esta fase están en la etapa de “formación” y construyendo su noción del mundo, ‘lo que está bien o está mal’. Desde esta paradoja, las niñas y niños no tienen otra opción que implementar diferentes “mecanismos de defensa”, fundamentalmente la desmentida y la disociación.
La Desmentida es un mecanismo mediante el cual la percepción del horror es dada como inexistente y el menor queda dañado porque atacan su capacidad de reconocer una percepción.
La Disociación es usada como mecanismo defensivo y es cuando se deja de lado el tinte afectivo o el dolor que una situación le genera para poder sobrellevarlo. Se complica en el campo patológico cuando hablamos de incesto y abusos de larga data porque se adoptan dos actitudes ante la realidad.
La niña o niño de manera inmediata o gradual pierde la integración normal de los recuerdos traumáticos, la consciencia de la propia identidad, ciertas sensaciones, incluso, el control de movimientos corporales, esto puede ser parcial o total dependiendo de la gravedad del caso.
Los signos y síntomas que indican la existencia del abuso sexual en un niño son múltiples y variados, y como en cualquier otra sintomatología, los efectos del abuso dependen de cada niño, además de que los mismos deben valorarse en conjunto y a cargo de un especialista capacitado para el tema.
Algunos de los focos rojos de un posible abuso a los que tenemos que poner atención cuando se tiene menores en casa son:
Lenguaje sexualizado, depresión, angustia, intentos de suicidio, rebelión o enojo hacia la madre, esconderse por largos tiempos en el armario o rincones, temores ante determinadas personas o situaciones, fenómenos disociativos, problemas con figuras de autoridad, mentiras, fugas del hogar, delincuencia, fobias, quejas somáticas (dolores de cabeza, abdominales, etc.), sobre adaptación, pseudomadurez.
Hay muchas creencias erróneas sobre el “Abuso Sexual Infantil”, sobre todo por personas sin información, con creencias sociales, económicas y emocionalmente limitadas, que distorsionan la información haciendo que los que las escuchan se nieguen o se inhiban ante estas situaciones. Entre ellas se encuentra contenido “sexista” o distorsionado, como decir que los abusos sexuales sólo los sufren las mujeres o que quienes cometen abusos sexuales son enfermos psiquiátricos. Deformamos la información y el contexto de la misma, haciendo que el entorno se contamine y posibilita a que las personas o instituciones nieguen lo que está pasando y no se promueva la sensibilización social y las políticas públicas necesarias para llevar a cabo la prevención.
En cuanto a la ayuda que se les puede brindar fuera del entorno familiar a los niños y las niñas que han sido violentados, debemos tener la seguridad de que sean personas especializadas y profesionales quienes puedan brindarles el apoyo que necesitan, además de estar plenamente preparados para descifrar los mensajes que en determinado momento puedan otorgar un fundamento legal, médico o psicológico para poder tomar medidas urgentes de protección al menor.
Además tenemos que tomar en cuenta que para poder tener un diagnóstico adecuado, siempre debemos tener todas las pruebas, cotejarlas y compararlas. Las técnicas proyectivas gráficas, el cuadro global del comportamiento del niño, calidad temática de sus juegos, historia de vida, su contexto familiar y su sintomatología general, deberán formar parte también de todo lo que requerimos para brindarle al niño, niña o adolescente, la mejor terapia, adecuada a lo que requiera en ese momento y lograr ante todo el bienestar físico, mental y emocional del menor.
Hay muchos factores de riesgo pero también muchos factores de protección
Recordemos que el apoyo familiar, el amor y comprensión que podamos darle a un niño, niña o adolescente que ha sufrido un abuso sexual, violencia física o de cualquier otro tipo, es fundamental para reconstruir en gran medida la confianza que ha perdido, la seguridad que le han robado, la inocencia arrebatada, el amor propio ofendido y las ganas de seguir adelante como cualquier ser humano. Cuidemos a nuestra niñez, su estabilidad emocional es prioridad para alcanzar sus sueños y el logro de sus metas.
MISCELÁNEO
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