Revista Personae

LOS PRECIOS QUE NO VOLVERÁN

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Los signos del sector productivo de alimentos, el más sensible y fundamental para la reproducción humana, están marcados por la señal de las crisis perennes que llevan a su constante encarecimiento y ello impulsa la espiral inflacionaria en la economía global: más acentuada en los países pobres, que en las naciones industrializadas, por razones propias de la globalización que desde 2008 está estancada, como síntoma de su fracaso como modelo para desarrollar en equilibrio y armónicamente a los países en su conjunto.

 

A partir de ese año el mercado y el comercio de alimentos se convirtió en un martirio para todas las sociedades, por la inestabilidad de los precios que finalmente se determinan por ese esquema globalizador del libre mercado, en el cual la oferta y la demanda pasó de ser una Ley de rigor para establecer los precios, a un instrumento de la especulación comandada por las grandes multinacionales que manipulan a su conveniencia los volúmenes de producción y existencias de los productos básicos.

 

La propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce que “(…) Al mismo tiempo, la creciente globalización de los mercados alimentarios y agrícolas ha suscitado preocupación por los posibles efectos del comercio en el medio ambiente y la sociedad. Se considera que el comercio alimentario y agrícola internacional contribuye al agotamiento de los recursos naturales, impulsa la deforestación y la pérdida de biodiversidad, acelera los cambios en los estilos de vida y la alimentación y acrecienta la desigualdad”.

 

Los precios que no volverán

 

Diferentes investigaciones sobre el tema señalan que, por ejemplo, la cría de ganado y el cultivo de soya y aceite de palma (altamente demandados en el mercado mundial), son los causantes de 40% de la deforestación de las selvas tropicales.

 

Y estos signos que menciona la ONU (FAO. 2022. El estado de los mercados de productos básicos agrícolas 2022. La geografía del comercio alimentario y agrícola: enfoques de políticas para lograr el desarrollo sostenible. Roma, FAO. https://doi.org/10.4060/cc0471es) son resultado inherente de la industrialización de la producción agropecuaria cuyo sentido es una mayor productividad a menor costo de los alimentos, de tal suerte que las utilidades se multipliquen, inclusive, por encima de los porcentajes que le permite la tecnificación en los procesos productivos.

 

Y si bien se ha logrado esto, una mayor productividad y producción de alimentos, el caso es que los males que se supone deberían abatir, el hambre y la miseria, eso no ha sucedido ni sucederá mientras se mantenga este esquema globalizador, cuyos impulsores (los países industrializados) luchan por restablecerlo, aunque todo indica que llegó a su fin.

 

En el mismo documento de la ONU, se precisa que “el multilateralismo, como evidenció la Ronda de Doha de negociaciones de la OMC, se ha estancado, mientras que el número de bloques comerciales regionales más integrados va en aumento”. Y entre las razones fundamentales de ello están las disposiciones de facilitación del comercio que “pueden reducir los costos comerciales y mejorar la competitividad de las exportaciones de las cadenas de valor de los países signatarios de los acuerdos comerciales regionales. La reducción de los obstáculos al comercio puede favorecer las cadenas de valor regionales y contribuir al crecimiento de la agricultura y la industria alimentaria”.

 

Para dar una idea de ese desplazamiento del mercado global por los bloques de mercados regionales, Naciones Unidas cita que éstos se han multiplicado de manera acelerada en el periodo de vida de la globalización, al pasar de 25 que existían en 1990 a 350 que están operando en 2022, “lo cual ha suscitado preocupación acerca de la posibilidad de que la discriminación en el mercado mundial haya aumentado y esté dando lugar a la fragmentación del comercio mundial en bloques competidores”.

 

Y esa preocupación va a más allá de ser por la caída de la globalidad comercial. La ONU sostiene que “La riqueza mundial ha aumentado, pero la proporción de esta riqueza correspondiente a los países de ingresos bajos no ha cambiado apenas. La brecha en la productividad agrícola también es enorme. Las diferencias relativas entre los países en cuanto a productividad agrícola pueden determinar la influencia de la ventaja comparativa en los mercados alimentarios y agrícolas y pueden conformar las tendencias del comercio”.

 

Los precios que no volverán

 

Tal situación se desprende de que en promedio 10% de los países más ricos producen al menos 70 veces más del valor añadido agrícola por trabajador, que el 10% de las naciones que están a final de las posiciones en la distribución de los ingresos.

 

Y es que, de acuerdo con el documento de la ONU, “En la actualidad, las diferencias de tecnología entre los países siguen impulsando el comercio internacional de productos alimentarios y agrícolas. La ventaja absoluta que tiene un país dado en el comercio se basa en la tecnología, que determina la manera en que se combinan los factores de producción, como la tierra y la mano de obra, para hacerlos más productivos y reducir los costos”.

 

En la esfera de la alimentación y la agricultura, precisa, la tecnología incluye todo aquello que pueda influir en la transformación de los factores de producción en productos. Forman parte de la tecnología agrícola las versiones mejoradas de semillas, fertilizantes y maquinaria, las tecnologías digitales, las innovaciones en las prácticas de organización y gestión de las explotaciones agropecuarias, así como las mejoras de la educación y la divulgación, elementos todos ellos que determinan la ventaja absoluta.

 

Esas asimetrías que no dejan de estar presentes en el mercado mundial de alimentos y que ahora se acentúan en esa lucha ignota entre la globalización y los bloques regionales, repercuten en una guerra fáctica de precios de los productos agrícolas y pecuarios, que termina colapsando los bolsillos de los consumidores, fundamentalmente de los países más pobres.

POLÍTICA

Núm. 300 – Noviembre 2024