RICARDO ALEMÁN
Una voz disidente
- PERIODISTA
- abril 2021
- Patricio Cortés
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La libertad de expresión ha sido un tema complicado en el pasado y presente de México. Sobre el tema charlamos con el experimentado periodista Ricardo Alemán, quien ha sido uno de los más feroces críticos del actual presidente.
Sobre el derecho a disentir, diagnostica: “Si lo ponemos del uno al 10, me quedo en el 4. En mi opinión está reprobado. Lo hemos perdido en los últimos dos años de una manera dramática, solamente es cuestión de ver cómo la mayoría de los medios convencionales, prensa, radio y televisión, están literalmente sometidos y cada vez somos más los periodistas que debemos dejar los medios porque las condiciones para ejercer la crítica cada vez molestan más al poder que presiona a las empresas para que cierren sus espacios”.
Al pedirle que compare la situación actual con sus inicios, comenta: “Estamos muy cercanos a aquellos tiempos. Recuerdo que era muy difícil hacer critica al gobierno. En ese tiempo era un sólo partido, el PRI. Yo empecé en provincia en el bajío, luego estuve en Sinaloa y otros estados, era muy difícil hacer crítica a los dos órdenes de gobierno que se manejaban en esos espacios. Criticar al alcalde, al gobernador, al congreso o a los diputados locales era muy complicado”.
Acota: “Pero la diferencia es que, en aquellos tiempos, la mayoría de los dueños de medios estaban en una lucha por preservar y conseguir libertades que no habíamos conocido hasta ese momento. Era muy diferente a lo que vemos hoy y al mismo tiempo los dueños estimulaban a buscar la forma. Ellos mismos decían ‘tenemos que cuestionar, tenemos que hacer notas investigadas, aunque haya que matizar el uso del lenguaje’. Sí hay una diferencia notable porque hoy abiertamente los dueños de periódicos literalmente me dicen: ‘No me permiten que te contrate’. A Ángel Verdugo lo acaban de despedir y él mismo me dijo en una entrevista: ‘me pidieron que no hablara del tren maya, del aeropuerto y de Dos Bocas’. Antes se buscaba la forma por los dueños y hoy son quienes de plano cierran los espacios”. “Cuatro dueños de periódicos amigos míos, me lo han dicho, por eso también tengo cuidado en los nombres. Me reuní con ellos en distintos momentos para buscar sondear la posibilidad de regresar a un medio de los llamados nacionales”, reitera.
Explica por qué no es del agrado del ejecutivo: “Ricardo Alemán durante muchos fue uno de los más duros críticos de López Obrador. Yo soy fundador del periódico La Jornada, sigo siendo accionista y no me permiten entrar a las asambleas, ni mucho menos. Yo conocí a López Obrador cuando enamoraba a mucha gente y mis columnas desde hace muchos años son críticas de él. Entonces, hay una animadversión muy marcada de mi trabajo respecto al presidente. Esto que montaron en mi contra es muy conveniente para él, porque fue gente que salió de La Jornada, que todavía estaba en el diario en ese momento, fue un montaje muy claro. Hay una situación de enojo particular porque le conocemos las historias al presidente y he publicado muchas cosas. En ese momento, era el columnista número uno. Los números ahí están. Era de los más leídos en muchos medios: en la televisión el rating era bastante bueno, en la radio también, era una molestia para el gobierno, no quieren lidiar con este tipo de críticas. Bueno, la historia se repitió, lo mismo hicieron con Loret, con algunos otros que ya todos conocemos, precisamente por la misma razón. Van de manera selectiva cortando cabezas, no lo pueden hacer en un solo tajo porque sería un gran escándalo. La gente diluye poco a poco y digiere esto poco a poco, porque lo hacen con una estrategia muy bien pensada, pero la presión es la misma: a los medios les indican a quien tener y a quien no tener. Si revisamos después de que (nota) salió Ángel Verdugo (principios de marzo) efectivamente la mayoría de los columnistas y los articulistas se cuidan de no tocar lo que a Ángel Verdugo le pidieron que no tocara”.
En el mismo tenor, advierte: “La equivocación es el manejo de los medios como si fuesen instituciones sin memoria, cuando una parte central del trabajo periodístico es el contexto y la memoria. Un medio que no tiene contexto, ni memoria, no puede presentarle a la audiencia o a sus lectores ningún trabajo periodístico sólido. El señor López Obrador y su grupo no entienden el gran significado de la gran cosa que habíamos conseguido con la libertad de expresión”.
Nos remite a sus épocas de reportero de La Jornada, cuando cubría presidencia: “Zedillo, a pesar de que era un hombre con una dosis muy alta de autoritarismo, tuvo que tragar sapos y serpientes, y se aguantó la crítica. Llegó extremos de enojarse públicamente en un evento y criticarme, pero no fue más allá. Nunca pidió mi cabeza. Nunca me persiguió personalmente. El tema es que López Obrador y su gobierno están atentando contra una de las joyas de la corona, no en la democracia mexicana sino en general, en la democracia y que es una libertad que nos había costado sangre, sudor y lágrimas, que hoy están destruyendo”.
Sobre la costumbre de responder a los cuestionamientos desacreditando al reportero y/o al medio, nos dice: “Es un esquema o una manera muy típica de los dictadores de los gobiernos autoritarios, es muy común. Quienes hemos revisado la historia de las dictaduras lo hemos visto, a mí me tocó verlo en Venezuela y era una calca de lo que estamos viendo aquí. Chávez estigmatizaba, satanizaba, despedía periodistas a su antojo, como lo hace López Obrador”.
Respecto a la credibilidad que aún conserva el actual gobierno en amplios sectores, opina: “Hay un sector que tiene esta situación del síndrome de Estocolmo. Son personas que se han quedado desempleadas, han perdido posiciones, etcétera, pero siguen creyendo porque tienen este problema de reconocer que se equivocaron. Es incluso parte de un problema sociológico, no sólo en México sino en el mundo. Muchas personas nunca van a aceptar que cometen errores, que se equivocan, que deciden por alguien que los ha decepcionado, porque reconocer la equivocación, es reconocer que somos incapaces. “Yo no sabría decir por qué hay quienes sí le creen. A mí me parece que cada vez son menos. Al final de cuentas, no hay mal que dure cien años, tampoco es un asunto eterno. Creo que va a llegar el punto que le dejen de creer y se está acelerando porque los fracasos se siguen sumando. Todos los números, los datos duros, no hay uno solo donde haya despuntado, haya crecido este gobierno, todos son fracasos. Prácticamente llevaron la situación a extremos, en donde no nos queda más que calificar como el peor gobierno al de López Obrador. Probablemente no como el peor en la historia, pero sí en el último siglo desde que hay puntos de comparación estadísticos”, comenta.
Pregunto por su opinión como uno de los fundadores de La Jornada en 2021, y no resulta halagadora: “Recordando un poema de José Emilio Pacheco en La Jornada, son todo aquello que criticaron a los 20; es decir, (se convirtieron en) aquellos medios a los que en las manifestaciones de la izquierda mexicana, en Paseo de la Reforma, les gritaban ‘prensa vendida’. Son exactamente lo mismo, eso nos llevó a algunos a salirnos. Yo estuve compitiendo por la dirección del diario cuando se fue Carlos Payán, y me di cuenta, que lo que querían, no era un medio independiente como había sido el espíritu original del periódico, sino que querían un instrumento político para un partido, para un hombre y después un medio de Estado. La verdad es que está convertido en eso que siempre criticamos los fundadores. La mayoría de sus periodistas, que los hay muy buenos, pero claudicaron en el camino, hacen exactamente todo aquello que cuestionaban cuando eran jóvenes y eso es muy triste”.
“Me tocó ver a Pablo Gómez como uno de los consejeros de Carlos Payán, director fundador, siendo un crítico muy severo de los excesos del PRI, del PAN y demás. Hoy Pablo Gómez y su familia, todos están medrando del poder, parece que son los subsecretarios de gobernación de los tiempos de Díaz Ordaz. Cuestionaron siempre la mano libre y abierta para el Ejército y hoy no dicen nada. La Jornada se convirtió en todo aquello que cuestionó y contra lo que nació; entonces es una traición no solamente a los fundadores sino a la sociedad.
Hoy Ricardo Alemán se centra en el espacio virtual: “Yo entendí, cuando viene esta persecución, que es muy difícil, en algunos casos imposible, a veces hasta suicida, enfrentarse al poder de manera abierta y clara. La verdad es que el poder, nos guste o no, es eso, tiene todos los instrumentos y puede aplastar literalmente a cualquiera. Por eso cuando vi que las cosas podían cambiar, desde hace algunos años empecé a hacer periodismo independiente desde mis espacios, viendo cómo la era digital se iba a imponer tarde o temprano. Yo inauguré la primera página de opinión en México, se llama La otra opinión, hace casi 25 años, cuando nadie creía en la opinión. Los periódicos si tenían su sección de opinión, pero no era lo más importante”.
El tema económico también resultó trascendente: “Entendí, desde hace ya muchos años, que el verdadero periodismo independiente surge de la independencia económica. Vengo de una familia de comerciantes y tengo varios negocios desde hace muchos años y eso me permitió dejar el periodismo como mi principal fuente de ingresos, con eso estoy sobreviviendo y con esos mantengo mi posición crítica y mis espacios. Bueno espero que la era digital avance un poco más rápido, en casos como el mexicano necesitamos estos espacios que sí son independientes”.