PRÁCTICAS NEOCOLONIALISTAS POR DOQUIER
- REPORTE POLÍTICO
- diciembre 2022
- Juan Danell
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La modernidad desarrollista, cobijada por los gobiernos, gusta desde siempre sembrar su propia flor sobre la otra flor ya fecunda, para marchitarla, borrarla, para desterrar hasta la más mínima expresión de su historia en la naturaleza y la sociedad, y así que sea olvidada; aunque no lo ha logrado, lo intenta una y otra vez. Esto es lo que sucede con las memorias culturales en la escritura, la pintura, la cerámica, la música, la danza, la lengua, todo aquello que represente la existencia de los pueblos originarios de este país (México), en el concierto de la agenda nacional.
Esa insistencia por borrar la memoria de los grupos étnicos nutre la mentalidad neocolonialista de algunos sectores de la sociedad y del poder, que en el absurdo del servilismo no cejan en su intento castrante. De esto conversaba hace ya varias décadas con mi hermano lobo, como gustaba en referirse Franco Gabriel Hernández a la amistad fresca fecundada en aquella sierra mazateca de los primeros años de la década de los 80 del siglo pasado. En esos años Franco Gabriel era presidente de la Alianza Nacional de Profesionales Indígenas Bilingües A.C. (ANPIBAC), y ñuu davi de la comunidad mixteca San Juan Tamazola; crítico de los gobiernos durante toda su vida, por la actitud represiva y segregacionista hacia los pueblos originarios. Tiempos aquellos de la Renovación Moral propuesta por el presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) que hastiado, según su discurso, de la enorme corrupción que permeaba la estructura en vilo del país, le abrió las puertas de México al neoliberalismo.
Y viene a la memoria este pasaje de aquellas conversaciones, más que entrevistas con el también académico e investigador de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), al ver un hecho reciente que se da en el Museo de Arte de Sonora (Musas) que está en Hermosillo, y que retumba en la memoria y expresión culturales de los pueblos originarios.
Son las 9:50 horas del 24 de octubre de 2022, por el celular del maestro ceramista Adán Paredes entra un mensaje de Octavio Avendaño, director del Musas.
–Maestro, le puedo marcar.
–Si, Claro.
Pocos minutos después (9:55) entra la llamada del funcionario y le suelta sin mayor protocolo a Adán Paredes, artista del barro por más de 40 años:
–Maestro vamos a resguardar la pieza.
–¿Cómo? ¿Por qué? ¿Con qué motivo? No le entiendo.
–Tenemos que hacer unos trabajos de remodelación del techo.
—Me parece muy grave que me digas que la van a retirar, porque Lluvia de Tenábarises una pieza exprofesamente hecha para ese espacio y es de los sonorenses. Y si me dices que van a remodelar y la van a colocar en tres, seis meses, lo entiendo. Pero si no es así ¿Cuál es el motivo? ¿Quién toma la decisión de resguardarlo?
–Pues se va a resguardar.
–Pero quién toma la decisión de resguardarla.
–Pues lo voy a ver aquí en el museo y la vamos a resguardar.
–Pero, no puedes tomar una decisión, así nada más.
–Bueno, pues se va a resguardar.
Adán Paredes se quedó con la duda de cómo y por qué retirarían una obra que él donó al Musas y a los sonorenses en 2017, y que consta de 22 mil piezas de barro que cuelgan del techo del lobby del museo. Por ello, el 31 de octubre le envió un mensaje de texto al director Octavio Avendaño, quien le respondió: “la pieza se va a resguardar”. Nunca le dijo, “ya se resguardó”.
Resulta que el Musas, después de permanecer seis meses cerrado, fue reinaugurado el 28 de octubre y la remodelación que argumentó el funcionario para remover la obra del artista, fue pintar las columnas perimetrales del vestíbulo.
Lluvia de Tenábarises una pieza monumental, como la concibe el artista, creada para honrar y rendir homenaje a las culturas del Norte del país. Es el trabajo de las manos ceramistas para hacer del barro una expresión de libertad, de imaginación cosmogónica en sincronía con la sociedad y la naturaleza; este es el significado de que permaneciera en el Museo de Arte.
A Adán Paredes lo motivó y movió lo simbólico, el ir y venir de las comunidades indígenas, pensó, como lo dice, en lo ritual, en lo sagrado, en lo ceremonial, y un elemento importantísimo para esas comunidades yaquis y mayos, son las danzas, como la de El Venado, que es tan impactante como Las Pascolas de los rarámuris, quienes dicen que el mundo existe porque ellos bailan, así de importantes son.
Pero ¿cómo hizo la obra de la danza del venado? Explica: “no iba a hacer una figura humana que ya se ha hecho infinidad de veces. Fue pensar que el elemento importante en la danza son los cascabeles que usan en tobillos, piernas y en las muñecas y también en la cintura. Esos cascabeles se hicieron ancestralmente con capullos de la mariposa cuatro espejos, pero ya no hay tantas de éstas, y se ha usado el hueso del fraile que es una semilla. Yo me expreso con el barro, entonces tendrían que ser de cerámica y fue pensar en ese vestíbulo circular de 17 metros de altura y hacer una pieza que tuviera que ver con los cascabeles que se llaman tenábaris y compartir con los sonorenses el tema de las culturas originarias”.
Fue entonces que, en su taller de Etla, Oaxaca, Adán paredes se dio a la tarea de crear con barro las formas que habrían de cocerse a altas temperaturas. Son 22 mil piezas hechas a mano, cada una como si fueran una metáfora, una abstracción de esos capullos, esas piezas están sostenidas con 44 mil broches y cuelgan en 182 cables delgados de acero plastificados, de entre 11 y 14 metros de largo. Fue trabajo de un año, que en 2017 se concretó en una exposición en el Musas, a iniciativa e invitación del entonces director Rubén Matiella. Montar Lluvia de Tenábaris en el vestíbulo requirió de siete expertos para manejar el embalaje especial en el que se transportó desde Oaxaca hasta Sonora, y que acompañaron al artista durante seis días que duró la instalación.
Ahora se desconoce cómo se desmontó, dónde y en qué condiciones está la obra. Finalmente, marchitaron la flor, para sembrar su propia flor las autoridades del Musas.